TRIBUNA ABIERTA
La Constitución de 1978, un éxito histórico
«Es posible que la letra de algunos de sus artículos sea mejorable. Pero lo que nadie puede mejorar es ese espíritu de acuerdo que inspiró la elaboración del texto»
Esperanza Aguirre
Hace ahora cuarenta años que los españoles votamos en referéndum por una aplastante mayoría la Constitución española. En cuarenta años han pasado muchas cosas en España y en el mundo, y en la vida de los españoles, en la vida de los que teníamos edad ... para votar aquel 6 de diciembre y de los que ya han nacido y crecido protegidos por ese texto capital para la vida de España.
Han pasado cuarenta años y el aprecio y la admiración que provoca en España y en el resto del mundo nuestra Constitución no ha dejado de crecer.
Porque, y no es una frase hecha, la Constitución del 78 es el marco que ha proporcionado a los españoles los años de más libertad y más prosperidad de nuestra Historia, sin discusión alguna.
La admiración que provoca en propios y extraños se debe al espíritu emocionante que animó a los responsables de todas las fuerzas políticas en aquellos meses decisivos en los que se elaboró el texto constitucional.
Por primera vez en nuestra larga historia constitucional, que empieza en 1812 en Cádiz, los políticos españoles quisieron una Constitución para todos, no quisieron un texto para tirárselo a la cabeza los unos a los otros. Como, desgraciadamente, había ocurrido siempre.
En el 78 los políticos fueron capaces de hacer algo que todavía nos emociona: dejar de lado sus programas de máximos para alcanzar un acuerdo que sirviera para que todos tuvieran cabida dentro de ese texto. La generosidad que demostraron fue ejemplar y por eso merecen nuestro más absoluto agradecimiento.
Esa generosidad de todos, ese afán por conseguir que todas las concepciones políticas democráticas tuvieran la posibilidad de desarrollarse bajo el manto constitucional, es la clave del espíritu que inspiró a los ponentes y a los parlamentarios de entonces. Y ese espíritu de convivencia, de reconciliación, de ánimo de cerrar una historia de siglo y medio convulso, es el eje central de la Constitución del 78. Porque allí estaban muchos de los que habían vivido en primera persona la peor de esas convulsiones, la Guerra Civil, y sabían que era su deber dejar a las generaciones siguientes un futuro sin odios ni exclusiones.
Es posible que la letra de algunos de sus artículos sea mejorable. Pero lo que nadie puede mejorar es ese espíritu de acuerdo que inspiró la elaboración del texto. Un espíritu de concordia y de fraternidad que se hace aún más admirable cuando vemos algunos comportamientos políticos de los últimos tiempos.
El pacto del Tinell en 2003 o la nefasta Ley de Memoria Histórica de 2007 son dos buenos ejemplos de cómo algunos han intentado acabar con aquel espíritu que impregnó nuestra bendita Constitución de 1978.
Sin embargo, hay que esperar que el afán de concordia de los españoles esté siempre por encima de las maniobras sectarias de los políticos que quieren olvidar que el admirable espíritu del 78 está en la base de nuestra libertad y de nuestra convivencia.
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Esperanza Aguirre Gil de Biedma es Patrono de Fundación España Constitucional y fue ministra de Educación, Cultura y Deporte (1996-1999)
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