Enfoque
Cómo rodear a la Policía sin pasamontañas
Recepción a las UIP en Vigo
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Iniciar sesiónA los agentes de las Unidades de Intervención Policial que regresan de Cataluña no los reciben con rosas en Vigo por haber participado en lo que el ministro de Interior calificaba el pasado fin de semana de «un problema de orden público», y mucho menos ... en una «ensoñación» suprema, como las que ven los magistrados de la Sala Segunda cuando se ponen a mirar, siempre de forma unánime, a la Generalitat y el Parlament. De Vigo es el agente herido que, con un traumatismo craneoencefálico, aún sigue ingresado en el Hospital Sant Pau de Barcelona, y a Vigo volvieron ayer los compañeros del grupo Raya 30 de la UIP que lograron esquivar las pedradas, las bolas de acero y los cohetes de los insurrectos.
Algo muy grave tiene que pasar para que la gente decida reprimir su saludable instinto anarquista y de buenas a primeras se ponga a vitorear a la Policía al grito de «Valientes» o «Estamos con vosotros». Eso es muy raro, de aquí a Urquinaona. La verdadera anomalía social no está en la quema de contenedores por parte de un grupo de encapuchados, sino en la entrega de flores a los agentes de la Policía, porque son las respuestas -del Rey o de la nación a la que representa, de la Justicia o del poder ejecutivo; cada cual se retrata como puede y entiende- las que dan la verdadera medida del desafío que las provoca. Es más escandaloso que a la Policía le tiren rosas, como a las folclóricas de «Cantares», que fuegos artificiales. «Señor pirotecnic -diría Quim Torra-, puede empezar la mascletá».
Sin las cautelas jurídicas del Supremo ni los tejemanejes normalizadores del ministro de Interior, lo que la sociedad española pudo ver hace unos días fue un episodio de guerrilla urbana en el que los buenos no defendían sus legítimos bienes o intereses, sino los de todos, ante una trama criminal organizada. No era una película. Las flores de ayer tampoco eran de plástico. A la Policía se le suele tener respeto, pero no cariño. Los mismos que hace ahora dos años despidieron a los agentes con aquel «A por ellos» tan oportuno y ajustado a Derecho los reciben ahora al grito de «Valientes», cara B del mismo single. No son los vecinos de Vigo los primeros que se arriman a unos antidisturbios que vienen ya rozados de Cataluña. La novedad es que lo hagan sin los pasamontañas que tapan las sonrisas de una revolución, un desorden o, según cada cual, un ensueño.
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