Caso Acuamed: corrupción e hipocresía

El PSOE ha hecho de la lucha contra la corrupción una de sus principales banderas políticas en los últimos años, aprovechando los casos en los que se ha visto envuelto el PP para justificar, incluso, la moción de censura que posibilitó el ascenso al poder de Pedro Sánchez. Sin embargo, esta cruzada a favor de la transparencia y la pulcritud en la vida pública no es más que fachada, una mera estrategia electoral cuyo objetivo es desgastar al adversario, ya que la única corrupción que preocupa a los socialistas es la ajena, no la propia. El histórico fraude de los ERE en Andalucía y las constantes trabas urdidas para torpedear la investigación judicial ya evidenciaron lo poco que le importa al PSOE la limpieza institucional. Y lo mismo sucede ahora con Acuamed, cuya trama golpea de lleno a la actual cúpula socialista.

Las graves irregularidades que ha destapado la Justicia en el seno de esta empresa pública, responsable de las desaladoras que puso en marcha José Luis Rodríguez Zapatero, se remontan a la época en la que Cristina Narbona, hoy presidenta del PSOE, ocupaba la cartera de Medio Ambiente. La campaña de publicidad que financiaron las compañías adjudicatarias de varias desaladoras a favor de los socialistas, y a escasos meses de las elecciones generales de 2008, así como la millonaria comisión que también por esa época habría cobrado el director general de Acuamed para que OHL se hiciera con una de esas plantas en Almería, entre otros escándalos, apuntan a un sistema de financiación irregular en el seno del PSOE que poco o nada tiene que envidiar al caso Gürtel, sin que ello haya generado reacción alguna por parte de Pedro Sánchez. La doble vara de medir que emplea el PSOE con la corrupción es pura hipocresía.