Carta de una enferma que dio a luz: «El coronavirus me quitó la mayor ilusión y experiencia que puede tener una madre»

Para evitar riesgos deciden hacerme la prueba de Covid-19 y dio positivo , además de analíticas por las cuales también se me diagnosticaron preeclampsia. Automáticamente me empezaron a tratar con cierta descoordinación y me tuvieron en una sala encerrada más de cinco horas sin ir ni al servicio, ya que tenían mucho miedo de contagio, de hecho me informaron que no podía dar a luz allí.

Como me tenían que hacer una cesárea de urgencia por la preeclampsia, me derivaron al Hospital Quirón. A partir de allí ya no volví a ver a mi marido hasta diez días después, sin opción a despedirnos.. todo cobra mayor importancia al no saber si los vas a volver a ver.

Me atendió en quirófano un equipo estupendo. Por la gravedad del asunto tuve que dar a luz en unas condiciones horribles , con mascarilla, sin tener ningún contacto con mi bebé y, por si esto fuera, me hicieron allí mismo una RX de tórax que dio como resultado neumonía.

Por fin consiguieron que naciera mi hija, pero el coronavirus me quitó la mayor ilusión y experiencia que puede tener una madre, ver nacer a su hija y acurrucarla en su pecho, olerla...

Nada más nacer se la llevaron corriendo, ni siquiera pude verla a lo lejos, pues todas las medidas son pocas para evitar contagios. Recién la conocería diez días después . Creo que es y será la situación más traumática que viviré.

Me trasladaron a una habitación e n la planta que tienen habilitada para enfermos de Covid-19 , totalmente aislada. Allí me empezaron a tratar para el dichoso virus y la preeclampsia (tratamientos utilizados para VIH, malaria y tensión), con sus correspondientes efectos secundarios. Todo esto con una cesárea y sus consecuencias, porque por protocolo no pueden venir las enfermeras salvo a lo justo , aparte de no encontrarme en el área que correspondía a Maternidad.

Levantarme de la cama era horrible por los dolores (solo se puede administrar paracetamol), insufrible sin tener a nadie que me pudiera tender una mano, a nivel tanto psicológico como físico , ni unas palabras de alivio o un abrazo y que te digan que todo va a salir bien. Cada día rezaba por que no se complicara más la situación. Hay tanto sufrimiento en esas habitaciones, tanta soledad. Por mi condición religiosa me apoyé en mi fe, en mi marido que no dejaba de llamarme, en mi familia. En estas circunstancias te das cuenta que están todos luchando contigo, con sus oraciones, mensajes, vídeo llamadas.

Todo esto esperando con ansiedad que los resultados del Covid-19 en mi hija y en mi marido fueran negativos para que se la pudiera llevar a casa y no la tuviera que cuidar otra persona ajena a nosotros. Gracias a Dios así fue y dieron negativo ambos.

Salí adelante y empezó mi recuperación. Por fin me dieron el alta y pude volver a casa y ver a mi hija, aunque no tocarla ni acercarme a ella, pues debo estar en confinamiento diez días más, en una casa de 60 metros cuadrados, una habitación y solo un baño . Una pesadilla. El tiempo pasa muy despacio.

Ahora disfruto de mi hermosa niña, aún con miedo en el cuerpo , ya que todas las noticias referente a esta pandemia son tan confusas que no sabes si podrás volver a contagiarte o si es peligroso sacar a tu bebé a pasear. Después de 55 días desde que me diagnosticaron, mis resultados de las analíticas han sido perfectos, a falta de la placa y de unas nuevas pruebas para ver si doy negativo o por si he generado anticuerpos.

Quiero dar las gracias una y otra vez por el trabajo del equipo profesional y sobre todo humano de la Dra. Niet, en Obstetricia y Ginecología, y de Medicina Interna, con los doctores Arroyo, Maycas y Luque, pues sin ellos no hubiera sido posible mi recuperación. También a las enfermeras, dándolo todo, animándote en esos momentos tan difíciles. Gracias por vuestras palabras, por hacer que pudiera conocer a mi hija a través de videos, por vuestro trabajo incansable. A todas las auxiliares, personal de limpieza, gracias por vuestra empatía. Me consta que tenía el hospital pendiente de mi situación.

Y a mi enfermera Carmen, del Centro de Salud Potes. Espero que mi experiencia sirva de algún modo para animar a todas esas madres que pudieran estar pasando por una situación parecida, para que vean que se sale adelante.

* María Jesús Novillo Pacheco vive en Madrid.

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