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Carlos Herrera

Cara de anchoa

Carlos Herrera

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UN perfecto cretino pensaba financiarse los fines de semana gracias a la gloria efímera que proporciona YouTube y a una supuesta gracia consistente en ir por la calle filmando una serie de insultos a gente corriente que, supuestamente, asumía inocentemente que les llamaran «caraanchoa» o ... alguna gilipollez semejante. Todo acabó el día en el que insultó a un repartidor harto de trabajar y de aguantar tensiones innecesarias: el asalariado le soltó un bofetón de órdago y el gracioso entró en depresión acusando a Occidente de incomprensión y pidiendo hasta el despido del trabajador. El imbécil de YouTube se ha quedado en su cuarto encogido por las reacciones sociales, pero el apelativo «caraanchoa», reconozcámoslo, ha hecho fortuna y es hoy uno de los apelativos más interesantes para definir a algunos individuos del proceder patrio.

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