El cáncer del PP
El politólogo de cabecera de Nicolas Sarkozy, Patrick Buisson, afirmaba en una entrevista reciente en «L´Express» que la clave del éxito de Sarkozy está en su capacidad de encarnar la autoridad del Estado, lo que le hace aparecer como el único referente político estable en ... un contexto caótico. Si dejamos a un lado que el verbo en presente debería convertirse en pasado, dada la crisis de popularidad de Sarkozy, Buisson da en el clavo del logro del presidente francés. Que es el mismo al que debería aspirar en España el líder de la derecha, una vez que una izquierda federal ha renunciado a esa encarnación del Estado.
El problema de nuestra derecha, con Rajoy o con cualquier otro al frente, es que ella misma está dinamitando ese camino. Y la crisis de Madrid es sólo un ejemplo, uno más de tantos otros. Una cosa es que España sea un Estado autonómico y que Francia lo sea centralista, lo que facilita obviamente las cosas a la hora de encarnar el Estado. Pero otra cosa es que el PP se haya convertido también en un partido autonómico con todos los males y vicios del sistema autonómico. Egoísmos, fragmentación, regionalismos, todo lo que impide el liderazgo nacional y la defensa de intereses nacionales.
Éste es el cáncer del PP y no está nada claro que sus élites tengan la más mínima voluntad de ponerle remedio. A la hora de la verdad, no parece haber ni uno de ellos dispuesto a renunciar a su cuota de poder autonómico a cambio del reforzamiento del partido nacional. Hasta el PP vasco, rajoyista hasta la médula y nada dudoso en su vocación nacional, ha hecho valer su autonomía de decisión para romper la disciplina de voto en el Congreso con el blindaje del Concierto. Y que nadie mire a Aznar, porque el ex presidente se encontraría exactamente en la misma papeleta que Rajoy en el contexto actual. El contexto de la «federalización» del PP.
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