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La Tercera

Los bueyes

«Hardy no creía en la leyenda. Pero lamentaba la desaparición del mundo que hacía posible esa ingenua fe infantil que imaginaba a los bueyes arrodillándose en un establo. Y también lamentaba la desaparición #de la sociedad rural en la que él había crecido: una sociedad pequeña, autosuficiente y encerrada en sí misma, una sociedad de narradores rurales y de músicos y buhoneros que recorrían los caminos»

NIETO

Por Eduardo Jordá

EN la novela «Tess la de los D’Urberville», Thomas Hardy contaba la historia de un músico aficionado que volvía de noche a su casa tras haber tocado en una boda. Cuando el hombre estaba cruzando un prado, un toro furioso le atacó. El hombre ... corrió y corrió hacia una valla, pero el toro estaba ya a punto de atraparlo. Desesperado, el músico recordó la vieja leyenda de los bueyes que se arrodillaban en los establos cuando llegaba la Nochebuena, igual que habían hecho sus antepasados bovinos en el portal de Belén. Y en eso, el músico -se llamaba William Dewy- se sacó el violín que llevaba en el morral y se puso a tocar un himno navideño. Al oír las notas, el toro dobló mansamente las rodillas y se quedó quieto en el prado. William Dewy saltó la valla y logró regresar sano y salvo a su casa en la campiña de Dorset, allá por 1890.

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