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Vidas ejemplares

Buenismo y realismo

Una sociedad eficaz no puede ocultar sus problemas bajo la alfombra de la corrección política

Luis Ventoso

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El buenismo, cuyo epítome fueron aquellos ayuntamientos populistas de izquierdas de los que España acaba de desembarazarse, parte de una visión utópica de la sociedad. Para ellos todo el mundo es bueno (excepto los malévolos empresarios que crean empleo y los profesionales que se desloman ... para hacer una buena carrera profesional, prosperar en la vida y sacar a sus familias adelante). En los parámetros del buenismo podemita, a lo Ada y Doña Manuela, todos los inmigrantes son probos ciudadanos, cuya integración no generará fricción alguna; los okupas emergen como los admirables Robin Hood del siglo XXI; el top manta -robar en el mercado negro las obras de empresas y creadores que pagan sus impuestos- supone una nueva forma de filantropía, y zarpazos de enorme peligro, como el terrorismo yihadista, directamente no existen en sus programas políticos preadolescentes (están muy ocupados con Amancio Ortega, que ha cometido el delito de donar quirófanos y aceleradores de partículas).

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