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El burladero

El betún

Ahora que caigo, ¿se habrá disfrazado Pedro Sánchez alguna vez?

Carlos Herrera

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Ha tenido no poca repercusión en Europa la melodramática respuesta de autoinculpación del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, tras la publicación de una fotografía de hace veinte años en la que aparece disfrazado de Aladino y con la cara pintada con betún. Lean, si no, ... a mi vecino Camacho. ¿Cuál es el problema -se preguntará usted- como para que aparezca compungido, al borde del llanto, un líder político acusándose a sí mismo de «racista»? Pues que, de no hacerlo, Trudeau tendría serios problemas para renovar su presidencia debido a que, en Norteamérica, simular que eres negro mediante pintura y disfraz es un comportamiento considerado racista. Incluso se han alzado voces que han exigido su dimisión. A ojos de un español, por ejemplo, la cosa no pasa de ser un ejemplo estupefaciente de la absurda corriente de corrección política que asola el mundo, especialmente el anglosajón, pero a ojos de la acobardada sociedad norteamericana es algo inadecuado. Muy inadecuado. Tan inadecuado como preguntarle a un «latino» donde nació, ya que estás presuponiendo que es un inmigrante, y eso no es correcto.

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