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Mr. Bean en Bruselas

Puigdemont es un tipo a caballo entre lo cómico y lo patético, causante de una catástrofe

Isabel San Sebastián

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Si no hubieran provocado una catástrofe social, económica y política de consecuencias gravísimas, las andanzas del golpista catalán huido serían dignas de una película protagonizada por Mr. Bean. Porque a Groucho Marx no llega el exalcalde de Gerona. A Carles Puigdemont le faltan clase, ingenio, ... inteligencia y profundidad para aproximarse al genial Julius Henry, el más brillante de los magistrales hermanos. Lo de nuestro turista en Bruselas se sitúa en la órbita del personaje que interpreta en la pantalla Rowan Atkinson con el pelo engominado, sonrisas babeantes y una mirada tan iluminada como la del «president» a la fuga. Un tipo un tanto ridículo, a caballo entre lo cómico y lo patético, cuya conducta errática acaba provocando situaciones que escapan a todo control. La perfecta encarnación del friki. Solo que en este caso no se trata de un actor interpretando un guion cinematográfico con el propósito de hacernos reír, sino de un presunto delincuente escapado de la Justicia y determinado a reincidir. Un gestor acusado nada menos que de malversación de caudales públicos, prevaricación, sedición y rebelión, a quien demasiados medios de comunicación españoles otorgan honores de gran dirigente. ¡Lo nunca visto!

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