La batalla por Caja Madrid
LA pugna desatada en el PP por la sucesión de Miguel Blesa al frente de Caja Madrid se está convirtiendo en un argumento de munición gruesa que en nada beneficia a la imagen de la cuarta entidad financiera española y que, además de abrir una ... grieta política entre la dirección del PP y la Comunidad de Madrid, está generando desconcierto entre la masa social de la caja. La credibilidad y fiabilidad de Caja Madrid como institución no debe quedar en entredicho y la corrección de su gestión, en contraste con la de otras muchas Cajas, ahora ante el abismo o inmersas en complejos procesos de fusión, no puede resentirse ante la opinión pública ni ser presentada sólo como una descarnada lucha por el control político de la entidad. Jurídicamente, aún hay relevantes cuestiones de fondo sin resolver, como las que atañen a las alegaciones formuladas por el Ayuntamiento de Madrid contra el reparto de puestos en el Consejo de la entidad, que en estos momentos concede ventaja a la Comunidad frente a la corporación municipal. Este es un proceso aún pendiente de resolución judicial que debe contribuir a aclarar el panorama. Sin embargo, desde una perspectiva estrictamente política, lo más razonable sería la consecución de un acuerdo con un candidato consensuado, de modo que ni se genere gratuitamente una imagen conflictiva de la entidad, ni el PP -que viene arrastrando el enorme desgaste del «caso Gürtel» en Madrid y Valencia- quede más debilitado con luchas intestinas.
Sin duda, la experiencia y la cualificación técnica de los candidatos han de ser los criterios de más peso en la elección, pero más allá de nombres concretos lo relevante es que el elegido mantenga eficazmente el rumbo de una entidad saneada y convertida por méritos propios en una institución de referencia para millones de españoles. Es lógico que en el PP haya opiniones cruzadas sobre el candidato idóneo -Rajoy apostó ayer por Rodrigo Rato «hasta el final», mientras Esperanza Aguirre lo hace por Ignacio González-, pero precisamente por ello lo más conveniente es una profunda y discreta reflexión interna para que la decisión no se base en imposiciones, vetos, enemistades o discrepancias irreconciliables. Así, la exhibición pública de críticas extremas, como las que hizo ayer el vicealcalde madrileño, Manuel Cobo, no ayudan y enrarecen aún más la atmósfera. Los intereses en juego son muchos y, aunque a Aguirre le asiste la razón cuando argumenta que con la ley en la mano la Comunidad de Madrid es hoy la institución más legitimada para impulsar a un candidato, sería un error sustraerse a la idea de que plantar cara a la dirección del PP, sin un aspirante de consenso, debilita los intereses del partido en toda España. Es el momento menos indicado para dar oxígeno al PSOE.
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