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Armarios

Los fantasmas de la corrupción estaban mal enterrados. La dura sentencia Gürtel devuelve la legislatura al colapso

Ignacio Camacho

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Dieciocho horas le ha durado al Gobierno el impulso de los Presupuestos; si en la política todo se ha vuelto volátil, en el PP ya no hay nada más fugaz que un éxito. El mayor logro de Rajoy en lo que va de año, casi ... de legislatura, no le ha alcanzado para una pizca de merecido lucimiento. La sentencia Gürtel, por esperada que fuese, representa mucho más que un nuevo contratiempo: tiene un efecto acumulativo devastador en el mismo día que a Zaplana lo metían preso. El partido vive en estado de angustia, sin tregua ni resuello. Los dirigentes reaccionan con un ánimo desganado, escéptico; salen a explicarse por pura rutina pero sin la menor confianza en sus propios argumentos. La teoría de los «casos aislados» suena ya ridícula, como un tirito de pistola para defenderse de un bombardeo. Y todavía quedan los juicios de Púnica y Lezo, más el de los papeles de Bárcenas, en el que el presidente podría quedar directamente expuesto. La corrupción no estaba amortizada, sólo dormía un sueño de legajos polvorientos. Los fantasmas del pasado han vuelto a escaparse entre inquietantes crujidos de armarios abiertos.

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