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Arde el tiempo

Aganzo ha escrito un libro a la vez sapiencial y palpitante de vida, en el que los ímpetus del alma se sobreponen a todas las fatigas

Carlos Aganzo (centro), F. Heras
Juan Manuel de Prada

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Durante muchos años (durante toda una vida) ha sabido Carlos Aganzo conciliar el periodismo y la poesía, dos vocaciones que nacieron de la mano y hoy, por desgracia, están más divorciadas que nunca. La poesía, y la literatura en general, que habían encontrado su nido ... en los periódicos, han sido tristemente expulsadas de ellos; de ahí que la labor de Aganzo, al frente primero del «Diario de Ávila», luego de «El Norte de Castilla», resulte tan excepcional y heroica. Mientras todos los periódicos, en medio de los recortes más pavorosos, reducían hasta la consunción sus secciones de cultura y prescindían de las colaboraciones más literarias, Aganzo logró que las páginas de «El Norte de Castilla» volvieran a ser palestra poética y cobijaran un magnífico suplemento literario, «La sombra del ciprés». Así, el periódico que dirigieran Delibes y Jiménez Lozano volvió a ser, como antaño, refugio de literaturas volanderas y condenadas al ostracismo.

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