Lo siguiente: condecorar a Otegui

¿Sabes qué? Suena a pitorreo... o no. Porque visto lo visto, todo, absolutamente todo, es posible con este Gobierno y con el correspondiente departamento de pelotas, ‘chupópteros’ y asesores de Su Sanchidad.

El pasado 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, sucedió algo que ya es habitual. La realidad supera la ficción. Repasaba la prensa y ‘toooodo’ parecían inocentadas, pero resultó que no. Todo era verdad. Que si la Justicia belga permite que el tal Valtonyc siga campando a sus anchas y ‘cantando’ idioteces por Bruselas. Por si fuera poco, Puigdemont dice que la Justicia «tiene ritmo de rap». Y es que todavía hacen un dúo este par de inútiles. Otra: la Fiscalía y después la Audiencia Nacional no hacen lo más mínimo para impedir el aquelarre proetarra a favor de Henry Parot. Otro escupitajo sobre las lápidas de las víctimas del terrorismo. Y la mejor de todas: el Gobierno concede a Pablo Iglesias la Gran Cruz de Carlos III por sus «servicios extraordinarios a la Nación y a la Corona». Condecoración para el macho alfa y para tropecientos exministros más, entre ellos, José Luis Ábalos. Te lo juro.

Y luego aparece Pere Aragonès en el aula de un colegio. Y surgen más padres en Cataluña y en Baleares clamando justicia. Y escuché a un policía que ha logrado destino en Galicia tras no soportar el acoso que su hijo sufrió a manos de los profesores de su colegio en Cataluña.

Tampoco eran inocentadas sin gracia. Incluso reapareció Pedro Sánchez con otro ‘Aló presidente’ para vendernos mil y una mentiras. Y parecía que todo lo decía en serio, hasta la patraña del recibo de la luz.

Termino con la guinda de Marlaska, que premió con el acercamiento al secuestrador de Aldaya, coincidiendo con el fallecimiento de don José María. Y también iba en serio.

PD: Quédate con aquel mensaje de WhatsApp: «Ya solo falta que Sánchez conceda a Otegui la Cruz del Mérito de la Guardia Civil». Al tiempo.