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José María Carrascal

Amor, felicidad, política

José María Carrascal

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Los años me han enseñado a diferenciar entre esos tres pilares de la vida humana. El amor causa tantas delicias como desgracias, y el soneto de Quevedo que empieza «Es fuego abrasador, es fuego helado/es herida que duele y no se siente» y termina « ... mirad cuál amistad tendrá con nada/el que en todo es contrario de sí mismo» lo define. De la felicidad podría decirse algo parecido, y no les digo nada si se les une la política, ajena totalmente a una y otra cosa, como demuestran los innumerables ejemplos de gobernantes que, queriendo traer la felicidad a sus ciudadanos, lo que les han traído es su desdicha. A la memoria me viene Jimmy Carter, que, al presentarle el plan para liberar a los rehenes en su Embajada en Teherán, preguntó si sus guardianes eran militares profesionales y le dijeron que eran simples revolucionarios, canceló el asalto «porque no podían matarse civiles». Y allí siguieron los rehenes hasta que llegó Reagan, que dio diez días a los ayatolás para liberarlos. Antes de cumplirse el plazo estaban en libertad.

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