La ambición de matar

Para quienes se informan de lo que sucede en la isla de «Supervivientes» y en la Venezuela de Maduro, todo mezclado, a través de las redes sociales, Michelle Bachelet es esa señora que suele correr delante de Miguel Bosé. Para el mundo del progreso y ... la equidistancia, la jefa de Derechos Humanos de la ONU es la heroína que ha permitido la liberación de veintidós presos, como en la boda de un rey moro. Entre nosotros, Bachelet es como Zapatero.Después de rubricar un informe oficial que documenta más de 6.800 ejecuciones extrajudiciales por parte de las Fuerzas de Seguridad de Maduro entre enero de 2018 y el pasado mayo, Bachelet tuvo ayer el cuajo de pedir a los «líderes políticos» de Venezuela que aparquen sus «ambiciones políticas y personales» y se pongan a negociar. Nadie mata como Maduro, ni siquiera en la China de Xi o en la Arabia del Príncipe Bin Salman, pero, para Bachelet, el caudillo bolivariano es un «líder político» y Juan Guaidó, un «ambicioso». Experto en ambivalencias, Rodríguez Zapatero no lo hubiera contado mejor. Por eso está Michelle donde está, de jefa humanitaria de Naciones Unidas.Mientras Bachelet, ayer en Ginebra, pedía al líder político Maduro que se uniera al diálogo (sic), el tirano exhibía en el centro de Caracas las herramientas con las que ha matado a 6.800 venezolanos. Las mismas Fuerzas de Seguridad a las que el informe de la expresidenta chilena señalan como autoras de la matanza desfilaron en el Día de la Independencia de Venezuela. Da la impresión de que Michelle Bachelet no se ha leído lo que ha firmado, o que considera que la ambición política y personal se puede medir en función del número de muertos, por miles, que deja esta pulsión. En este caso, Nicolás Maduro no es un asesino en serie, sino un político muy ambicioso. El gran relator del buenismo no lo hubiera contado mejor.