Enfoque
Amarillo Macron
Los chalecos amarillos vuelven a tomar París
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Iniciar sesiónEl presidente de Francia bajó la guardia y pensó que su buenismo le había sacado del apuro: «La crisis de los chalecos amarillos ha sido buena para mí». Su declaración a la revista Time acusa recibo con otra revuelta incendiaria. No hay nada como callarse ... a tiempo en esta era de políticos obsesionados con el lema, un mensaje corto y cualquier espectáculo televisivo. En realidad, los gases lacrimógenos son una metáfora de la impotencia de Macron para explicar a la sociedad francesa que su sistema de pensiones es insostenible. El mandato de Macron se tiñe de amarillo le guste o no al considerado líder de la nueva Europa.
Nuestro estimado doctor Sánchez duerme a pierna suelta en comparación con la pesadilla que se está viviendo en Francia. No hay nada como estar en funciones y creerse «el rey del mambo», como le dice el maestro Camacho. Tanto la extrema derecha como la ultraizquierda han decidido instalarse en la calle a la vista de las cesiones de Macron. De ahí no se van a mover porque han olido que todo llega tras un enfrentamiento a pedradas. Cada calle de París que los chalecos amarillos dejan como un solar, sirve para torcer un poco más el brazo de la política reformista. La huella de la crisis no se va con más de lo mismo sino con cambios educativos y laborales, hechos con tiento en una revolución tecnológica. Se empieza a echar de menos la quietud del marianismo. Las reformas llevan su tiempo, tacita a tacita, Macron ha querido hacerse amigo de los chalecos amarillos. Parece que no se ha dado cuenta de que no le han elegido para ganar un concurso de simpatía. El nacionalismo francés está prendiendo fuego a la Presidencia de Macron.
Europa ve como su obra se cuartea otra vez con la receta sentimental del populismo. La ola proteccionista nos trae otra crisis económica. Trump sopla desde el otro lado del océano, Johnson destroza lo que toca en Londres, Salvini ruge a favor de los muros -mientras posa con su pupilo Abascal- y Putin se frota las manos viendo el destrozo. Francia está sitiada por los chalecos amarillos que quieren todo el botín. La debilidad de la razón produce monstruos. Macron debe desplegar astucia y audacia salvo que quiera pintar de amarillo populista su quemada propuesta. Adiós a la nueva política.
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