Enfoque
El ministro 34 es el que manda
Maduro mete en su Gobierno al embajador cubano
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Iniciar sesiónComo le debían parecer poca cosa las siete vicepresidencias y los 33 ministerios, Maduro ha hecho «ministro» al embajador de Cuba en Caracas. Fuera máscaras, que quien manda, manda y, desde que falta «el Comandante», el poder en Venezuela se ejerce directamente desde La Habana. ... Menos papeleo... Cierto es que el gigantismo del Gobierno bolivariano no es insólito en Iberoamérica, pero el Consejo de Ministros del sátrapa de Miraflores, con su cubano dentro, adquiere ya una dimensión directamente proporcional al desastre al que condena a los venezolanos, que ya son cinco millones los que han tenido que abandonar el país huyendo de la falta de libertad, derechos, seguridad, medicinas, pan... y sobre todo ante la ausencia de futuro, una quimera mientras la tropa chavista siga mandando allí. Y no tiene pinta de que aquel desastre lo vaya a arreglar el ministro 34.
En realidad, lo que ha hecho Maduro es oficializar con una silla en su Gobierno que quien de verdad lleva las riendas del país es el castrismo, del que ya teníamos noticias de su control y andanzas en las Fuerzas Armadas Bolivarianas y sus dos mil generales y en el mastodóntico aparato de represión que sustenta el régimen de Caracas.
Conviene mirar adónde ha llevado el comunismo chavista a una Venezuela que hace no tanto era el asombro de su región geográfica y hoy se muere de hambre convertida en una famélica sombra de aquella extraordinaria prosperidad. Y es útil hacerlo porque Sánchez ha metido en La Moncloa a rendidos admiradores (y hasta asalariados) de ese chavismo liberticida y miserable. Por lo pronto, ya le han copiado a Maduro el gigantismo del Gobierno y la creación de ministerios de esto y aquello, algunos sin contenido real y con la única utilidad de dar a los populistas de extrema izquierda la satisfacción de pisar la mullida moqueta del poder. La primera prueba de fuego del alcance de un posible contagio pegajoso de esas nocivas filias podemitas con el chavismo la va a pasar España estos días, cuando Sánchez se niegue a recibir a Juan Guaidó, de gira europea, en la misma Moncloa donde el podemita Iglesias («Chaves es Dios») tiene despacho. Sí lo ha recibido Johnson en Londres y Macron también está dispuesto a abrirle el Elíseo. España, donde reside buena parte de ese exilio, se queda atrás en la defensa de la libertad en Venezuela. Ya se nota en el Gobierno la mano de los amiguetes españoles del dictador Maduro, al que hoy sacan las castañas del fuego después de haberle sacado los cuartos. Los «bienpagaos».
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