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Algoreando en el Matrix progre

JUAN MANUEL DE PRADASER progre consiste en tener siempre razón; si la realidad

SER progre consiste en tener siempre razón; si la realidad te lleva la contraria, peor para la realidad. Como los sastres de la fábula, el progre viste de aire al rey y lo pasea desnudo por las calles, concitando las muestras de arrobo del populacho, ... que aplaude a rabiar sus habilidades indumentarias. Y, ¡ay de quien se atreva a denunciar la desnudez del rey! De inmediato, el progre lanzará sus anatemas contra el osado, le montará una ordalía, lo desterrará a los márgenes de la sociedad, allá donde acampa la gentuza que no se aviene a comulgar con ruedas de molino. A veces, las ruedas del molino progre son tan aparatosas e indigestas que hacen falta para embucharlas unas tragaderas como las de la prota de «Garganta profunda», pero quien no las tiene las finge y santas pascuas. El progre afirma, por ejemplo, que los biocombustibles son ecológicos y que son la energía alternativa del futuro; y no hay quien rechiste. Ahí tenemos al brasileño Lula da Silva, que está arrasando la selva amazónica para plantar soja a troche y moche y ha conseguido erigirse en paladín del medio ambiente sin despeinarse, el tío. El progre ha instaurado una nueva realidad paralela que nadie osa rebatir, una suerte de Matrix donde se puede vivir plácidamente, con la condición de que no la pongas en entredicho. Pero el Matrix progre es mucho más elaborado que el urdido por los hermanos Wachowsky en su célebre trilogía: allí aún había la posibilidad de rebelarse contra los fabricantes de espejismos; en el Matrix progre, los fabricantes de espejismos poseen la habilidad de aparecer como redentores de la humanidad.

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