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Algo, alguien, nadie, nada y Bono

LOS americanos tienen a Patrick Kennedy (sobrino de JFK, que se queja del obispo de Rodhe Island, que no le da la comunión, por abortista) y los españoles tenemos a Pepe Bono.

Bono -el hijo de Pepe, el de la tienda-, que comulga chapata en Entrevías, es «un político que quiere inspirar su vida en el Evangelio de Jesús», aunque la única humildad en su vida pública haya sido decir que su padre fue falangista y que él no es mejor que su padre. El resto es literatura.

-No luchamos por los derechos humanos del pueblo, sino por los derechos divinos de los hombres -dijo Heine, traicionando el secreto de la democracia.

Al contrario que en el Evangelio de Jesús, en el Evangelio de Bono, aun cuando esté lleno de promesas, no logra ver uno sino amenazas. Pues Bono sería lo que en nuevo periodismo se denomina «católico abortista». Por ejemplo, Joe Biden, ese mayordomo de Obama que se ríe como Paquito Esplá. (¿Han visto la foto de Biden con los colados en la cena de la Casa Blanca? Es Esplá comentando con El Rosco su faena en Madrid al toro... «Beato».) Decir «católico abortista» es como decir «bético palanganero», aunque tratándose de Bono... Bono vendría a ser un católico a la federica que quisiera sentar a Juanjo Tamayo, con su mus y su honradez hambrienta de justicia y chuletas, en el sillón de Ratzinger, que les parece demasiado mayor (facha, para el vulgo). Mas como ni el Liverpool ha ganado la Copa de Europa ni Carlos de Inglaterra se ha vuelto a casar, que son las circunstancias que han de darse para cambiar de Papa, a Ratzinger le queda, al menos, otro año, y la Ley Bibiana -«abortar es como ponerse tetas»- corre tanta prisa que ha salido Bono a impartir doctrina de la Iglesia.

-No matarás -dijo Moisés.

Pero eso, para Bono, es el Antiguo Testamento. Y él, que con tantas procesiones del Corpus a cuestas debe de gastar con Jesús la misma confianza que Marcelino (pan y vino), por los callejos de Toledo habría negociado con Él el plazo de las catorce semanas.

-En este tema, como dice Obama...

Lo dicho, catorce semanas.

Trece sería soberbia, y quince, gula.

Eso sí:

-El feto es más un «alguien» que un «algo».

Nada de «nadie». (Sobre el Don Nadie lo dijo todo Octavio Paz en «El laberinto de la soledad».)

Nada de «nada». («¿Por qué no hay nada?» es la gran pregunta de Leibniz. El enigma de la nada, nos recuerda Steiner, está en el origen del pensamiento occidental, y se hace obsesivo en Heidegger y en Sartre, pero Bibiana -Hipatia de Gades- se quedó en la «Enciclopedia Universal de la María», de los Costus.)

-Aborto: ni derecho ni obligación -concluye Bono.

-No jugamos bien ni mal -concluye Pellegrini.

Aborto es aborto y fútbol es fútbol.

Mas la última palabra la tiene el Tribunal Constitucional, felizmente sustituido, al parecer, por un «pool» de editores de Cataluña.

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