ETA acecha desde Francia
La capacidad de ETA para regenerarse en la brutalidad acaba agotando las palabras y los discursos. Frente a ETA, y a lo que ETA significa, sólo es admisible la estrategia de la erradicación por la vía policial, con el apoyo de la comunidad internacional, la ... aplicación estricta de la ley penal por los Tribunales, el aislamiento efectivo y sin concesiones del nacionalismo radical y la derrota política y electoral de los planteamientos cómplices del PNV y de EA, expresados sin tapujos en el documento que fija las bases de su coalición electoral. Cualquier suavización de estos postulados supone rebajar el nivel de exigencia que deben tener un Estado de Derecho y todas aquellas formaciones políticas que se identifiquen con los valores de la libertad, la defensa de la vida y la democracia. ETA sigue matando porque su propia existencia no permite otras justificaciones; pero esta miseria moral de la banda terrorista no encuentra en el nacionalismo vasco gobernante la consecuencia lógica del desprecio absoluto, sino, por el contrario, la comunión en los objetivos máximos —la soberanía y la territorialidad— y en el argumento radical de su terrorismo —el «conflicto» con España—. ETA, aunque mate, se siente avalada y eso la anima.
Los dos atentados con coche bomba en Rosas y Gandía estaban planteados como actos de intimidación indiscriminada, como demostraciones de presencia tras una serie de eficaces actuaciones policiales en contra de comandos y de tramas (Haika), pero que recuerdan que la lucha contra ETA es un largo proceso de contundencia policial y colaboración internacional. Esto último resulta hoy más evidente que nunca ante la certeza casi absoluta de que la banda terrorista ha utilizado en ambos atentados el explosivo robado en Grenoble, hace apenas dos semanas. Las autoridades galas deben comprender ahora el porqué de los reproches que mereció la inexplicable negligencia en la custodia del depósito de explosivos. Lo importante es que hayan tomado nota de que la cooperación con España es algo más que detener comandos. También implica cortar las redes de abastecimiento de ETA y desmantelar las infraestructuras que permiten a los terroristas almacenar coches robados, prepararlos como máquinas de matar y trasladarlos a España sin problema alguno.
Esas negligencias, al final, se traducen en atentados y en muertes. Fuera o no su intención directa, el coche bomba colocado por ETA en Rosas acabó con la vida del «mosso d´esquadra» Santos Santamaría, quien estaba participando en las tareas de desalojo de los residentes en la zona. Junto con el atentado de Gandía, parece evidente que ETA recala otra vez en zonas turísticas de importancia, que tienen una cómoda red de autovías, directamente comunicada con Francia, y aseguran el doble efecto de la intimidación y de la publicidad. Pero el atentado de Rosas tiene una lectura añadida. Cataluña sufre nuevamente el golpe de ETA, cerrando el período de calma que siguió a la desarticulación del comando que asesinó, entre otros, a Ernest Lluch. Este asesinato abrió un descentrado debate sobre el diálogo como método para acabar con la violencia y puso sobre la mesa el contraste de contenidos y formas políticas entre Cataluña y el País Vasco, del que resultó una especie de «tercera vía» apadrinada por dirigentes socialistas catalanes. El intento fracasó y no tardó mucho en cuajar el único diálogo posible, en términos éticos y políticos, que fue el Pacto contra el Terrorismo y por las Libertades. Sin embargo, quedó cerrado en falso el debate sobre la actitud del nacionalismo catalán, no frente a ETA, siempre inequívocamente beligerante, sino frente al nacionalismo vasco. La muerte del «mosso» y la reiteración contumaz de PNV y EA en los mismos fundamentos del pacto de Estella son elementos colindantes de una realidad patológica del nacionalismo, que Convergencia i Unió no puede solapar en la filiación nacionalista con el partido de Arzalluz. Es preciso que todos aquellos que tienen responsabilidades políticas y comparten un modelo de convivencia pacífica, como CiU, saquen todas las conclusiones que impone el comportamiento del PNV.
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