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Editorial ABC

Marketing para ocultar el caos

¿Quién va a pagar la política bolivariana que pretende imponer Iglesias con la aceptación de Sánchez? La única respuesta es Europa, pero bajo las condiciones de un rescate draconiano

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El Gobierno reafirmó ayer su campaña de propaganda y autodefensa frente a las críticas por su manera caótica de enfocar la crisis del coronavirus y por las consecuencias económicas que ya se aprecian en múltiples sectores. El Gobierno de Pedro Sánchez organizó una rueda de prensa conjunta a Nadia Calviño y a Pablo Iglesias para simular que no hay tensiones en el Consejo de Ministros, sino una falsa paz interna basada en la actuación conjunta y coordinada. Nada más lejos de la realidad. El medio centenar de nuevas medidas económicas para paliar la tragedia empresarial que se cierne sobre España sigue repleta de medias verdades, de confusa letra pequeña y de una nebulosa inseguridad jurídica carente de sentido. El Gobierno sigue improvisando de manera alarmante, adoptando medidas sobre la marcha, aprobando a medianoche decretos ilegibles y despreciando el valor del apoyo institucional y responsable de la oposición. Por eso Sánchez se ha quedado solo frente a una pandemia para la que son insuficientes las burdas operaciones de marketing político. De nada sirve la profusión de ministros a todas horas en televisión leyendo una retahíla de medidas sobre un papel como si fuesen letanías siniestras a favor «de la gente», como repitió ayer Pablo Iglesias. De nada sirve que pidan perdón por los errores cometidos si esa actitud no es sincera, porque a continuación releen, como un guión de mercadotecnia política, un sinfín de propuestas tan restringidas que solo una pequeña parte de la ciudadanía podrá acceder a ellas.

El empobrecimiento de España está garantizado con este Gobierno, en el que se han impuesto el adoctrinamiento marxista de Podemos, la colectivización de los medios de producción y las insinuaciones de futuras expropiaciones si los impuestos que se obtengan de la maltrecha clase media no son suficientes para remontar. Es lógico que el Gobierno se preocupe de los españoles más desfavorecidos. Faltaría más en un Estado solidario como es España, y así lo lleva demostrando durante cuatro décadas de democracia. El Estado del bienestar no ha llegado con Sánchez e Iglesias. Los españoles lo construyeron hace mucho tiempo a base de un esfuerzo generoso que ahora se les prohíbe continuar, cerrando a cal y canto el 80 por ciento de la actividad empresarial. ¿Quién va a pagar la política bolivariana que pretende imponer Iglesias con la aceptación de Sánchez? La única respuesta posible es Europa, pero bajo las condiciones de un rescate draconiano. El gasto público y el déficit deben tener un límite incluso en circunstancias excepcionales, y penalizar al empresario es cegar cualquier base de hipotética recuperación. Frente a eso, presentar ante la opinión pública a un Estado dadivoso que realmente está en quiebra técnica es un engaño masivo y un error que pagaremos con un empobrecimiento a muy corto plazo.

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