En Roma, sé romano

Es como ha dado la sorpresa ganando las últimas elecciones con un programa que sin renunciar a los dogmas de la derecha extrema, como su suspicacia ante Bruselas y su rechazo de populismos y demagogias, terminó ganándose la confianza de sus paisanos, cosa nada fácil, pues los italianos lo han visto todo y a lo largo de su espectacular historia, empezando por desconfiar de sus políticos, razón de que cambien cada poco de gobierno, ya que «en los periodos sin él, no pueden subir los impuestos ni meter sus puercas manos en las arcas públicas y es cuando mejor marcha el país», me decía un colega italiano en Berlín.

El triunfo de Giorgia fue una bomba para la izquierda, que de un tiempo a esta parte no recibe más que malas noticias, pues no es vano Italia, con todos sus defectos es la cuarta economía europea y tras los descalabros en Escandinavia se temió que siguiera la mediterránea. En España especialmente, más tras verla como una aliada de Vox, a cuya última celebración en Marbella asistió como invitada especial con muestras de afecto personal con Santiago Abascal y chistes de mal gusto con su apellido. Algo, sin embargo, que desapareció al incluirse una visita a Roma en la gira europeo que Pedro Sánchez ha organizado con vista a la presidencia de la UE que va a ocupar en la segunda mitad del año. Y que ha funcionado, a la vista de los resultados. «Cordialidad y sintonía» rezan los titulares, algo que, por cierto, no reina en el gobierno español. Pero Giorgia desplegó con Pedro la misma simpatía que había desplegado con Mark Rutte, el liberal-conservador holandés, es decir enemigo por partida doble para la extrema izquierda ¿Cómo? Pues aparcando los asuntos en que discrepan y centrándose en los que están de acuerdo, que son importantes, como los fondos de reconstrucción europeos y la guerra en Ucrania. Fue lo que hizo con Pedro y éste, encantado. En Roma, sé romano. No se tocó el problema de la inmigración ilegal, gravísimo, que está convirtiendo el Mediterráneo en un cementerio marino con posturas casi opuestas ni qué va a pasar si alemanes, y holandeses se cansan un día de financiar los déficit de los mediterráneos, pero, como suele decirse en lenguaje diplomático cuando se tropieza con un asunto irresoluble, «cuando lleguemos a ese puente, ya veremos cómo lo cruzamos».

Lo importante y nuevo del asunto es que si bien no debe extrañar el giro hacia la moderación de Giorgia Meloni, ya que los italianos son los padres del transformismo, al empezar una guerra con quienes parece van a ganarla y la terminan con quienes la ganan de verdad. Está Pedro Sánchez cambiado de socio principal o. por lo menos, de terreno de juego? En otras palabras: ¿busca aproximarse a la derecha? Por él no creo que hubiera inconveniente, al haber demostrado de sobra que su primer y único objetivo es mantenerse en el poder. Pero ¿cómo iba a explicar sus críticas al PP por pactar con Vox? Ya que no tengo bola de cristal, la solución: allá por las Navidades.