Las guerras del Congo dejan más de seis millones de muertos desde 1996
La toma de la ciudad fronteriza de Goma por la guerrilla M-23, apoyada por Ruanda, es la última secuela del genocidio de hutus contra tutsis hace tres décadas y la lucha por valiosos minerales como el coltán
Occidente se replantea su apoyo a Ruanda tras el ataque al Congo

Las guerras en la República Democrática del Congo han dejado una sangría con más de seis millones de muertos desde 1996. El último episodio de este triste recuento lo está protagonizando la batalla que está librando Ruanda contra Congo en la ciudad fronteriza de Goma ... .
Las secuelas del genocidio de Ruanda contra la minoría tutsi, hutus moderados y los twa provocaron consecuencias devastadoras en el este del Congo y contribuyeron a dos conflictos importantes: la Primera Guerra del Congo (1996-1997), que duró nueve meses en el antiguo Zaire y tuvo como objetivo derrocar al dictador nacionalista Mobutu Sese Seko, y la Segunda Guerra del Congo (1998-2003), conocida también como la Guerra Mundial Africana o la Guerra del Coltán.
En esta contienda, donde murieron 5,4 millones de personas y participaron seis países africanos, se quiso derrocar al presidente Kabila. En 2001 fue asesinado por un miembro de su guardia personal.
Ahora, la entrada en Goma, ciudad fronteriza del Congo con Ruanda, del Ejército ruandés y de las milicias del M-23, apoyadas por el presidente Paul Kagame, ha hecho saltar por los aires una paz que siempre ha sido muy inestable entre ambos países.
Pero se trata siempre de una guerra desigual, ya que, mientras Kagame ha recibido tradicionalmente apoyo de potencias como Estados Unidos o el Reino Unido, el Congo se ha limitado a defenderse con un ejército poco profesionalizado y con escasos recursos para hacer frente a una invasión de esta magnitud.
A todo esto hay que añadir una situación de enorme precariedad entre una población civil encerrada en sus casas y a las que apenas les quedan alimentos, además de la ausencia de electricidad y agua potable. Se calcula que ya hay más de un millón de personas desplazadas por el conflicto, muchas de ellas mujeres y niños indefensos que se exponen a ser violados, asesinados o reclutados.
El panorama hoy es desolador y de una gran confusión por el gran número de ejércitos y guerrillas que operan en la zona.
Más de cien grupos armados
En esta zona de combate se mezclan el M-23, las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) y los Wazalendo. Estos últimos son la Fuerza del Despertar Patriótico para la Liberación del Congo, conocidos en suajili como 'Patriotas' (Wazalendo). Se trata de un grupo de combatientes irregulares de la provincia de Kivu Norte formado por grupos rebeldes aliados a los militares de las FARDC.
Sin embargo, se calcula que hay más de cien grupos armados en el Congo, «muchos de ellos milicias locales que tratan de proteger sus comunidades después de más de tres decenios de agitación», explican en Amnistía Internacional (AI).
De esta forma, la gente tiene miedo a salir de sus casas o campos de refugiados, sitios que ya no son seguros y también se han convertido en objetivo de la artillería del M-23 o simplemente del fuego cruzado de unos y otros.
Según analistas internacionales, todos los informes hechos públicos hasta la fecha señalan a Kagame y su gobierno como promotores de una guerra que solo tiene un objetivo: anexionarse una parte de la R.D. del Congo para hacerse con valiosos minerales como el coltán, el cobalto, oro y diamantes. Hasta la fecha, China es la principal potencia importadora de estos minerales desde el Congo.
El coltán es necesario para fabricar teléfonos móviles ('smartphones'), 'tablets' y ordenadores portátiles. Es considerado el oro negro, y el 80 por ciento de su producción se extrae de la R.D. del Congo.



Mientras sigue el conflicto, la comunidad internacional intenta frenar la escalada de estos enfrentamientos. No hay que olvidar que varias embajadas, como la de Francia, Bélgica y Estados Unidos, fueron atacadas el martes por ciudadanos congoleños en respuesta a la inacción de las potencias occidentales.
De esta forma, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, ha expresado su preocupación a Paul Kagame y ha pedido que haya un alto el fuego que reconduzca la situación.
Rubio, además de instar a las partes a respetar la integridad territorial, señaló que «Estados Unidos está profundamente preocupado por la escalada del conflicto en el este de la R.D. del Congo, en particular la caída de Goma en manos del grupo armado M-23, respaldado por Ruanda».
La posición de EE.UU.
El presidente ruandés -que podría empezar a perder apoyos en el exterior- calificó la conversación como «productiva» y afirmó que abordaron «la necesidad de garantizar un alto el fuego» en la región.
Ahora habrá que esperar qué decisiones toma Donald Trump al respecto, que bien podría retirar su apoyo a Kagame si la situación no se reconduce lo antes posible.
Un cooperante extranjero que trabaja en el macrocentro penitenciario de Makala -que alberga a más de 13.500 presos- asegura a ABC que conseguir la paz, por el momento, parece una quimera mientras Kagame siga en el poder. Según cuenta, «por todo lo que ha pasado en estos años y las miles de vidas sacrificadas, los corazones de los congoleños están llenos de odio».
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