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LA ESPUMA DE LOS DÍAS

Georgina, la musa de todos los yates

La modelo disfrutó de su propia embarcación de recreo mientras pasaba unos días en Mallorca

Georgina esta semana al borde de un yate en Mallorca GTRES
Ángel Antonio Herrera

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Lunes

Inevitablemente nuestra vida pasa por la vida cinematográfica de Maribel Verdú, que tiene nombre españolísimo, y bellezas populares de peluquera lista y de barrio. Maribel nos gusta y por ejemplo Scarlett Johanson como que no nos acaba de entusiasmar, con su morrito de Bardot ... y su cromo de pin-up de Instagram. Maribel trabaja mucho y silenciosamente, o casi, y por eso es novedad que dé alguna entrevista, y que ahí desabroche ella algún confesión como que algún compañero de rodaje ha sido un martirio, o bien que algún productor le salió con la mano larga. Cosas del machismo, o la mala educación, o ambas cosas. Maribel no da nombres, pero aúpa la denuncia. Maribel es lo contrario a una oportunista, aunque hable de lo que le pidan, porque para eso se pone delante de un entrevistador. Lleva siglos en la interpretación Maribel, y hubo temporadas en las que no fallaba en ninguna de las pelis nacionales, donde siempre sostenía temblor emocional y gancho erótico, al margen de los mejores o peores papeles. Eran tiempos en los que las musas de nuestro cine se llamaban Emma Suárez o Aitana Sánchez Gijón, o Ariadna Gil, o la propia Verdú. Empezó de menor, prácticamente, con el melenón suelto de insolente negrura, y se nos ha hecho una joven adulta que trabaja poniéndole al asunto el alma completa. No pocos actores se quejan de que siempre trabajan los mismos, pero esos mismos es que suelen salir buenos, o muy buenos. En momentos en los que las actrices persiguen ser famosas antes que actrices, aquí está el caso, que es grato ejemplo, de Maribel Verdú, que va de forjarse el talento con disciplina, y al revés. Maribel Verdú consta de una joven y larga temporada gloriosa, donde hacía de todo, desde chacha a putuela, luego una temporada de cierta tregua, donde perdió pluriempleo, pero nunca oficio, después una temporada latinoamericana, y finalmente vuelta al estrellato firme, desde una madurez con luces suficientes, y hasta sobrantes, de la chavala abrileña que siempre ha sido. Maribel ha ido de elegir el trabajo duro y minucioso, devota de una larga paciencia, que es el secreto humilde de su oficio. Hasta la contrató Coppola.

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