El catálogo de criminales anónimos que esconde la base de ADN policial
La huella genética logró resolver 237 homicidios y 329 violaciones el año pasado; también poner nombre a 185 cadáveres que estaban sin identificar
Un pederasta huido del FBI se ocultó en Barcelona como alumno de un máster
Ahmed Chelh fue detenido en 2015 en Francia por el asesinato de Eva Blanco (1997) gracias a una muestra de ADN conservada y reanalizada
«Tenemos ese perfil». El aviso lo dio Reino Unido. En su base de datos de ADN constaba la huella genética de un individuo al que detuvieron allí por tráfico de drogas y robo con fuerza. Era 2022 y España llevaba siete años almacenando ese ... mismo perfil sin resultado. No se sabía a quién pertenecía. Solo que en 2015 su 'dueño' había violado a una chica en Madrid junto a otro individuo. Los restos biológicos que dejaron en el cuerpo de la víctima permanecían desde entonces anónimos. Gracias al intercambio de perfiles genéticos que posibilita el Tratado de Prüm (al que pertenece España junto a otros 23 países) se le pudo poner nombre y resolver el caso. El año pasado se hallaron un total de 5.736 coincidencias genéticas en esas búsquedas Prüm, casi la mitad en intercambios con Francia, seguido por Reino Unido y Alemania.
También en Francia se detectó a un argelino detenido por robos con violencia e intimidación. Le buscaba la Policía madrileña como autor de una tentativa de homicidio contra un agente. Era un especialista en robo de relojes de lujo y su ADN (no fichado en nuestro país) se recogió de la visera de la gorra del herido, de la sangre que dejó en el suelo y en una pistola.
Cada día a las nueve de la noche, de lunes a viernes, un agente autorizado remite desde España a los países Prüm todos los perfiles genéticos nuevos incorporados a la base de datos policial de identificadores obtenidos a partir del ADN. A la vez recibe, varias veces al día, los datos de todos esos estados. Una colaboración internacional clave para combatir el crimen de forma global, que incluye intercambios de huellas, registros de vehículos y datos personales y no personales, articulados a través de otras bases de datos.
Los dos casos anteriores forman parte de los delitos esclarecidos el año pasado gracias a estas búsquedas de rastros genéticos: se logró identificar a los autores de 237 homicidios, a los de 329 agresiones sexuales y se aclararon 2.985 robos con fuerza, además de poner nombre a 185 cadáveres que estaban sin identificar.
La herramienta policial en la que participan Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos, Ertzaintza, Policía Foral e Instituto Nacional de Toxicología depende de la Secretaría de Estado de Seguridad y en ella se almacenan los perfiles genéticos obtenidos a partir de los vestigios que se recogen en los escenarios de delitos, sobre las víctimas(perfiles manchas) y de sospechosos, detenidos e investigados. Permite también acumular perfiles para identificar restos cadavéricos o búsqueda de desaparecidos al compararlos con los ADN aportados voluntariamente por los familiares.
Humanitarias
Esta valiosa herramienta permite búsquedas criminales y humanitarias a nivel local, nacional e internacional, dentro del marco Prüm. A finales del año pasado había 428.405 muestras indubitadas (personas) en la base; de ellas, 17.277 se añadieron durante 2022 por los distintos Cuerpos, especialmente Policía Nacional y Guardia Civil. A diario se inscriben y borran datos por lo que está en continua evolución. Además constaban 121.944 manchas o muestras dubitadas, es decir, indicios recogidos en escenarios criminales o de las víctimas: 7.176 se sumaron en 2022. El aumento es pequeño respecto al año anterior porque los distintos Cuerpos están borrando de oficio los perfiles dubitados que ya están esclarecidos, siguiendo criterios de antigüedad y del delito que esté asociado.
'Suspect Known'
Los perfiles se clasifican en categorías y estas a su vez en índices para buscar. Los de sospechosos, detenidos e investigados son los 'suspect known'; si es un ADN anónimo obtenido en la escena de un crimen se denomina 'forensic unknown' y hay unos terceros cuando no coincide con ninguno de los dos a los que se asignan nombres de interés, por ejemplo, 'condenado judicial'.
El año pasado se incorporaron 5.533 huellas genéticas de supuestos delincuentes, perfiles anónimos recogidos en los escenarios de un delito (no significa que hayan participado en él) lo que eleva esta cifra de perfiles dubitados a casi cien mil (99.658). Respecto a los de sospechosos, detenidos o investigados (muestras indubitadas, es decir de personas) el gran almacén cuenta con 415.608 tras sumarse más de 16.000 en 2022.
Hay que aclarar que estos 'suspect known', como se clasifican, pueden estar repetidos incluso más de una vez. Se estima que el 5,9 por ciento de dichos perfiles genéticos son de la misma persona duplicados. A veces se toma más de una muestra por requerimientos policiales o judiciales en distintos momentos del proceso o bien el individuo puede haber cometido varios delitos, lo que explica esa repetición, según consta en la memoria anual de la base de datos, publicada por el Ministerio del Interior.
Esclarecer viejos casos imposibles es una de las grandes satisfacciones para cualquier investigador y los avances genéticos se han convertido en una muleta básica. Entre los resueltos el año pasado está un crimen investigado por los Mossos en el que el asesino dejó su ADN sobre la víctima. Al meter los datos en la base ese resto dio resultado: coincidía con el de un hombre que ya había sido detenido en 2012 por otro homicidio y que volvió a actuar a los diez años.
Un asesino múltiple
Los perfiles acumulados se agrupan también por tipos delictivos, tanto los de autores como los de vestigios recogidos en escenarios, sin que en ningún caso el ADN vaya asociado a un nombre en la propia herramienta (el software CODIS utilizado no lo permite). Son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad las que establecen esos tipos delictivos, dado que los perfiles se incluyen antes de la calificación por parte del juez. Más del 36 por ciento del total de vestigios proceden de robos con fuerza, así como el 21 por ciento de autores. Es, con diferencia, el delito principal en las huellas genéticas acumuladas.
Le siguen los robos con violencia e intimidación -casi 11 por ciento de muestras y 15 por ciento de personas-, y los homicidios (alrededor del 10 por ciento de vestigios recogidos). En línea con el aumento de la criminalidad, las agresiones sexuales y abusos son el siguiente tipo, con el 9,7 por ciento. Hay también robos de coches, tráfico de drogas y de armas, violencia machista, secuestros y crimen organizado, pero en porcentajes menores.
El año pasado Policía y Guardia Civil pusieron nombre a un asesino múltiple: Nikolai Tiskov, un ruso que llevaba una década viviendo en Alicante. Se llevó por delante la vida de dos personas y lo intentó con otra: una funcionaria de Justicia, un agricultor y una limpiadora. El ADN logró conectar los dos primeros casos que en apariencia nada tenían que ver. La investigación meticulosa logró el resto. El asesino estaba en un psiquiátrico ruso y ya había vuelto a matar.