Hija de un exmilitar, tuvieron que huir en 1997. Nunca se ha puesto un burka, habla castellano fetén, y hace dos años se casó como soñaba: con un afgano como ella, en Kabul. Por lo civil. Los talibanes la arrastrarían. Tienen allí docenas de familiares, temen no volver a verlos.
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