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RESERVAS DE LA BIOSFERA

«La biodiversidad es un recurso socieconómico»

Martí Boada y Roser Maneja encarnan dos generaciones de científicos convencidos de que «hay que salvar el planeta para los humanos» y coordinan las Reservas de la Biosfera del Mediterráneo

Martí Boada y Roser Maneja, maestro y discípula, en la sede del Centro UNESCO para las Reservas de la Biosfera del Mediterráneo en el Castillo de Castellet MIQUEL GONZÁLEZ

Juan Carlos Valero

La misma semana de la Cumbre del Clima en la ONU que culminó con movilizaciones en ciudades de 150 países, los científicos del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) inauguraban el curso académico con los alumnos de un master en el Castillo de Castellet (Barcelona), sede de la Fundación Abertis y del Centro UNESCO de Reservas de la Biosfera del Mediterráneo. Su coordinador científico, el geógrafo Martí Boada , uno de los especialistas en medio ambiente de mayor prestigio internacional, subraya ante la atenta mirada de su discípula, Roser Maneja , que «desde el realismo social y la academia no podemos tocar el violín mientras se quema el bosque». Y apostilla el maestro: «nunca hay que abdicar de la dimensión social en lo ambiental».

Al doctor Martí Boada le quedó grabada la recomendación que le dio Nelson Mandela cuando en 1995 le entregó el galardón de la ONU Global 500, equiparable al Premio Nobel de las ciencias ambientales. «Me dijo que nunca olvidara que la gran causa de la lucha de la humanidad es la lucha por el medio ambiente», recuerda. El también consultor del programa «Man and Biosphere» (MaB) de la UNESCO añade que «hablar de la naturaleza, de su protección, sin el aspecto social es hacer un planteamiento egoísta, porque hay que salvar el planeta para los humanos, no para el planeta en sí mismo», asevera mientras Maneja asiente y apostilla: «Boada nos ha enseñado cómo transmitir el amor a la naturaleza y ser integrativos, porque esto no es un tema de cuatro ecologistas; va muy, pero que muy en serio. Seguramente -concluye la discípula- es el episodio histórico de los humanos con más interrogantes planetarios sobre el futuro».

Perspectiva de realismo social

Boada, quien cumplirá en pocos días 70 años de edad, ve en Roser Maneja un relevo totalmente positivo más allá de descontar el plano científico. «Es positivo también desde la perspectiva de género, de rejuvenecimiento y de entusiasmo, porque el entusiasmo no se enseña en la universidad pero resulta básico». El científico reconoce que «milagros no vamos a hacer, porque en el caso del Mediterráneo hay que tener en cuenta su complejidad social, económica, de fronteras y sus tensiones interculturales».

La contribución de los científicos ambientalistas de la Red de Reservas de la Biosfera del Mare Nostrum consiste en «lubricar y permear las relaciones desde la capa que nos corresponde de la conservación, con seriedad y solvencia, sin plantear utopías, porque estamos convencidos de que la conservación de la biodiversidad es un recurso de animación socioeconómica de los territorios».

Desde esa perspectiva de realismo social, tanto Boada como Maneja consideran importante que el mundo académico abandone la poca simpatía que han manifestado hasta ahora hacia el mundo empresarial comprometido con su responsabilidad social. Y recuerdan que en la asamblea general de la UNESCO, 140 países aprobaron que «no es posible un planteamiento estratégico de conservación potente sin la existencia de un partenariado público- privado, sin la participación activa de las empresas». Boada pone el ejemplo de lo que ocurre en Estados Unidos, donde «es imposible una investigación, por ejemplo, de los pumas, sin un partenariado público-privado». En este aspecto, España es un ejemplo mundial, al ser la Fundación Abertis el primer caso de alianza de una empresa privada con la UNESCO para impulsar la red de reservas de la biosfera mediterráneas.

No formar militantes

El Máster en Estudios Interdisciplinarios en Sostenibilidad Ambiental, Económica y Social (SAES) del ICTA-UAB y su relación con el Castillo de Castellet tiene para Boada y Maneja «un efecto de eficiencia diaspórica multiplicador», al formar a generadores de opinión que luego tendrán responsabilidades en sus respectivos países, como ocurre con varios de sus anteriores investigadores y alumnos, que ahora tienen cargos gubernamentales, por ejemplo, un secretario de Estado en México y otro en Bolivia . «Nosotros no formamos a militantes, sino a formadores, porque la ecología es al ecologismo como la sociología al socialismo, de modo que se puede ser un buen ambientólogo al margen de la ideología, desde la formación y la capacidad para comprender», advierte el doctor Boada.

Además de las publicaciones de dosieres de las reservas y del libro con ocasión del Día Mundial de las Reservas de la Biosfera, el Centro UNESCO del Castillo de Castellet ha participado un encuentro internacional celebrado en UAB en el marco del programa Erasmus + que la Unión Europea les ha concedido para aproximar la academia a las reservas de la biosfera mediterráneas. El programa aporta un millón de euros e incluye dos reservas en Marruecos y Líbano con el objetivo de transferir a las comunidades el conocimiento que generan las universidades, y viceversa.

Con el programa europeo Erasmus +, los científicos también aspiran a establecer las bases de un máster conjunto de todo el ámbito Mediterráneo. Otro impulso son los dos proyectos anuales que financia la Fundación Abertis «con la única condición de que sean siempre de regiones distintas, del norte y del sur, del este y del oeste, para potenciar el conocimiento mutuo », señala Maneja. «No cambiaremos la historia de las reservas, pero al menos contribuimos al intercambio de conocimiento y a integrar a los estudiantes».

Una red viva

Desde que la sede institucional de la Fundación Abertis fue declarada en 2013 Centro Internacional UNESCO para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas, el número de territorios integrantes de la red ha oscilado entre las 67 y las 70 actuales, porque «algunas de estas reservas, una vez contactadas y visitadas, nos hemos encontrado que no hay nadie tras ellas, que son reservas que solo se aguantan sobre el papel, al no tener ningún órgano gestor».

Ese fue el caso de Bulgaria, país natal de la anterior directora general de la UNESCO, Irina Bokova . Bulgaria tenía siete reservas y solo hasta que recientemente se ha hecho cargo una agencia nacional, se empieza a trabajar en su operatividad. Otro caso de falta de gestores ocurre en Macedonia y Montenegro. Lo contrario pasa en dos reservas marroquíes, la del Oasis del Sud de Marruecos y la de Arganeraie, que han sido incluidas recientemente, junto a otra de Túnez.

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