«Marcelle, recuérdale a Félix que me debe una cena»
«Félix tenía tres hijas y yo dos, y mi mujer estaba embarazada. Poco antes de su viaje a Alaska cruzamos una apuesta: él decía que iba a empatarle en número de niñas, y yo en cambio creía que ya tocaba un varón. Gané. Marcelle ... afirma que su marido está vivo, así que le respondo: “Pues recuérdale que me debe una cena”». Josechu Lalanda, pintor y escultor animalista, no sólo trabajó con Félix durante 15 años, sino que además fue uno de sus mejores amigos. En los años heroicos quedaban en los estudios de Prado del Rey para preparar los programas.
«A ver si eres capaz de interpretar en un folio en blanco las historias que te cuento».
—Oye, Félix, ¿tú crees de verdad que puedes hacer una serie de bichos que se vea en el extranjero, si lo único que exportamos es zarzuela?
—Mira, Josechu, los animales no hablan ningún idioma humano. Así que...
Lalanda cuenta que el Ministerio de Información y Turismo (cuyo titular era Fraga) les encargó unos calendarios. «Fuimos a Gredos acompañados por el gran fotógrafo Paco Ontañón, tristemente desaparecido. Nos alojamos en el parador, a gastos pagados, pero Félix insistió en que durmiéramos en la misma habitación. No es que fuera tacaño, es que no quería abusar. Le dije “vale, pero el chuletón de Ávila no me lo quita nadie”. Qué tiempos. Félix conseguía paralizar a España con un lirón careto. Cuántos biólogos habrán surgido por su culpa».
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