Fantasmas de un almacén nuclear

Los vecinos de la zona de influencia de El Cabril —el único centro en España que alberga residuos radiactivos de baja y media actividad— respiran tranquilidad. Pero se quejan de su nula repercusión en los pueblos frente al alto paro de la comarca

En Casa Alejandro, a la entrada de Hornachuelos, en Córdoba, cuatro asiduos, entre ellos «El Pantera», hablan con un carajillo sobre la barra de Cristiano Ronaldo y la nariz de su adversario en el último partido de Liga. Nada del almacén temporal de residuos nucleares ... de baja y media actividad que hay a 45 kilómetros de allí, en El Cabril, la única instalación de esa índole en España, gestionada por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa).

Al preguntarles cómo convive este pueblo con un centro de estas características, la respuesta es: «Pues ahí está. Nos lo impusieron. Al principio hubo muchas manifestaciones pero la gente ya no habla de eso». Ni frío ni calor. La cuestión cambia si se menciona el tema del empleo. Si bien no tienen ningún miedo a este emplazamiento en sierra Albarrana -porque se encuentra a 45 kilómetros del casco urbano-, se quejan de que no les da trabajo suficiente. «El pueblo está muerto, sin vida», comenta Juan Francisco Iznájar, propietario del bar. Antes esta casa era un lugar de obligado paso para cazadores, recolectores de corcho y cualquier vecino, ahora no hay ni un alma. Pero en la calle tampoco.

El pueblo lleva varios días viendo en la televisión el debate sobre la ubicación del Almacén Temporal Centralizado (ATC). «Si aquí diera trabajo, no nos importaría que vinieran más residuos», asegura «El Pantera». Otro contertulio apostilla más agresivamente: «Ya que nos comemos la mierda, por lo menos que se note en el pueblo, que haya trabajo. De 300 empleos sólo unos 20 son para los vecinos de Hornachuelos».

Antonio y «El Pantera» se cuestionan dónde va todo el dinero, millones de euros que maneja el almacén de residuos. «Las becas para libros son escasas, los préstamos sólo para los trabajadores de la planta y el resto del pueblo no ve un duro», afirman.

Inversiones económicas

Enresa, por su parte, habla de inversiones en la zona de influencia (Fuente Obejuna, en Córdoba, y Alanís y Navas de la Concepción, en Sevilla) de 77 millones de euros desde que comenzó a funcionar la instalación nuclear en 1992. Más de 5 millones para carreteras. Y otros 5 más por parte de la Fundación Enresa.

Juan Antonio «El Pantera» dice que «miedo físico no hay. Eso está muy bien preparado. Casi todos los vecinos hemos pasado por las instalaciones y eso está muy cuidado». Sin embargo, Antonio dice que, por ejemplo, en la comarca no hay industrias transformadoras de naranjas «porque las naranjas no pueden decir que vienen de Hornachuelos. Se comercializan bajo otra marca. Eso que perdemos».

Disidentes

Entre los disidentes de El Cabril se encuentra Manuel Raya, presidente de la Asociación Ecologista Hornasol. «Los casi 20 años que lleva este almacén abierto confirman lo negativo del asunto, algo que ratifican las estadísticas». Las perspectivas de creación de empleo que anunció la empresa no se han cumplido y es insignificante la cantidad económica que El Cabril aporta a Hornachuelos, en torno a 900.000 euros anuales, algo menos de la mitad de los 1,9 millones que en 2009 se han repartido los cuatro municipios de la zona de influencia.

«El pueblo no tuvo posibilidad de elegir el almacén nuclear, y las administraciones no miman a la zona ni en desarrollo de infraestructuras turísticas ni medioambientales», reitera Raya. Con todo, reconoce que ahora la transparencia en El Cabril es mayor que antes, aunque, asegura, «sigue habiendo poca».

A otra vecina de Alanís, que prefiere no dar su nombre, tampoco le hace mucha gracia que haya un almacén nuclear tan cerca. Sin embargo, asegura: «Todos los que han ido de excursión han dicho que eso parece seguro». Tampoco percibe muchos cambios en el pueblo por las ayudas de Enresa al Ayuntamiento. «Si las hay, yo no las veo», apostilla esta sevillana.

Despoblación

Uno de los datos más llamativos es la despoblación que vienen sufriendo estas cuatro localidades desde 1989. Fuente Obejuna, Hornachuelos, Alanís y Las Navas han perdido un 25% de su población de entonces. Las cuatro sumaban casi 17.000 habitantes, y ahora apenas rozan los 14.000.

El viaje por la ruta de El Cabril, con una importante y elitista proliferación de cotos de caza -con famosísimos aficionados cada fin de semana-, recolección de corcho o cítricos, prosigue. La aldea de la Cardenchosa es el núcleo de población más próximo a las instalaciones de Enresa. Allí, Paqui Cabezas proclama: «Ya estamos acostumbrados porque son muchos años conviviendo con esto, pero el miedo no se quita nunca».

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