MONTE ABANTOS
Joan Cabero, tenor: «Hay que pararse a escuchar el concierto de la naturaleza»
Ya que al andar percibimos sobre todo visualmente y menos acústicamente, explica el director del Coro Nacional
PILAR QUIJADA
Empezar el día caminando por la ladera del monte Abantos, en San Lorenzo de El Escorial, es un auténtico lujo. Una antigua senda, la Horizontal , transitada en otros tiempos por los monjes del cercano monasterio, ayuda a olvidar por unos instantes ... las obligaciones y nos permite divisar la capital con cierta distancia. Joan Cabero, tenor y director del Coro Nacional , propone esta rita que suele realizar con frecuencia acompañado de Pilar, su mujer.
El tomillo salsero ( Thymus zygis ), la mejorana ( Thymus mastichina ) y el cantueso ( Lavandula stoechas ) dan un olor especial a este pinar de Pinus pinaster . La jara ( Cistus ladanifer ) también contribuye. Joan lo resalta nada más iniciar la caminata. Es uno de los motivos por los que le gusta venir a este sitio donde asegura que «respira» paz: «Estas salidas me aportan una sensación de paz estupenda. Me siento árbol. Es como una conexión con la Tierra, te sientes muy unido a la naturaleza, como un eslabón más de la cadena. Formamos parte de ella pero en el día a día se nos olvida».
A la paz contribuye el silencio, al menos en esta mañana de junio, aun fresca, pese a la cercanía del verano. El murmullo del agua en un pequeño cauce cercano se entremezcla con el canto del herrerillo y el carbonero . Una delicia para el oído. «La música de la naturaleza», destaca Joan, a quien le gusta «dejarse llevar por el rumor del viento en los pinos». Opina que a la naturaleza hay que venir a escuchar este sonido. Sobra cualquier otra música. «A veces cuando paseo me paro a escuchar, porque al andar percibimos sobre todo visualmente y menos acústicamente. Por eso hago una pausa, para escuchar el concierto de la naturaleza ».
«Me gusta el rumor del viento en los pinos. Me recuerda el mar»A la música llegó por tradición familiar, como él mismo explica mientras paseamos: «Mi madre era profesora de canto y mi padre fundó el coro Madrigal, de Barcelona, y nos contagiaron la afición a mis hermanos y a mí». Empezó cantando en un coro , por la afición familiar, y después estudió canto, dirección coral y pedagogía musical . «Hacía muchas cosas y tuve que centrarme en algo. Elegí el canto y aparqué la dirección coral, a la que me dediqué solo como aficionado». En su etapa como cantante solista interpretó música antigua –«que disfruté mucho»–, y canción con piano (led), «porque lo viví en casa y porque estudié en Alemania. Tuve oportunidad de hacerlo en conciertos, y tengo discos grabados con este repertorio». Luego vino el oratorio –«casi con lo que más he disfrutado»– y la ópera , «una carrera no muy extensa en la que lo pasé muy bien en escena con los compañeros». Si tuviera que resumir su trayectoria profesional, «diría que mi mayor satisfacción es esa variedad».
En busca de retos
En 2000 fundó el grupo de cámara Leteica y retomó la actividad que hasta entonces había hecho como aficionado, lo que le llevó en 2010 a la dirección del Coro Nacional. «Las cosas han ido cambiando y hoy estoy más de director que de cantante, porque con el trabajo del Coro Nacional no tengo tiempo para preparar un repertorio ni salir a cantar. Ahora lo que está aparcado es el canto. El tiempo dirá cómo termino, si como cantante, director o ambas cosas».
La senda por la que caminamos, a una altitud de unos 1.200 metros, también se conoce por «La vuelta de los frailes» o «El paseo de los curas», y es totalmente horizontal, como su nombre indica. Un cómodo paseo por el que no es difícil encontrarse con algún corzo que cruza el camino. Pero a Joan le gustan desafíos algo mayores. Y en un par de ocasiones se ha atrevido con la tradicional travesía de las cumbres escurialenses , 22 kilómetros que incluyen los cinco picos que rodean a San Lorenzo , que van creciendo en altura hasta alcanzar los 1.753 metros de Abantos .
«La he hecho dos veces. Es muy duro. Es una travesía de regularidad, en la que tienes unos tiempos para completarla y hay que ir sellando los controles horarios. Hay mucha gente y en la salida, desde la Plaza de Jacinto Benavente , que casi no cabemos, hay mucho movimiento para situarse bien, aunque no es una carrera realmente. Discurre por la Herrería , sube a las Machotas y después se camina por la cuerda. El recorrido va subiendo y bajando. Son cinco horas, en agosto, con el calor... Muy duro. Cuando llegas a la meta, en Abantos, te dan una comida para reponer fuerzas. Y durante el camino hay controles de avituallamiento con melón y sandía», cuenta.
Su afición por la montaña le viene de antiguo: «Hice excursionismo de joven y he subido bastantes montañas en el Pirineo de 2.000 a 2.500 metros. Aquí he subido varias veces el monte Abantos y también Peñalara . Este verano espero poder hacer una de esas excursiones más largas, de cinco o seis horas, que durante el año es imposible por el trabajo».
«El contacto con la naturaleza me hace sentirme parte de ella»Paseando por este monte, elegido por Felipe II para construir el Monasterio , alrededor del cual se desarrolló después el municipio, es imposible no recordar el fuego intencionado que asoló gran parte de Abantos –una palabra que significa buitre– el 21 de agosto de 1999 . «Cuando se quemó nos acabábamos de mudar a Colmenarejo», explica. Antes habían vivido en San Lorenzo de El Escorial , donde les gustaría volver algún día, pero la distancia al trabajo se lo impide de momento. «He vivido muy de cerca el fuego también en Cataluña, en las inmediaciones de Moyá , que se quemó por la mísma época que Abantos. Allí subí al monte para echar una mano y apagarlo. Echarse al monte para luchar contra el fuego es peligroso, pero la gente de los pueblos que trabajan en el monte y en parte viven de él consideran que es tan del pueblo como ellos mismos o sus casas».
No solo defiende la naturaleza en momentos puntuales «heroicos», sino también en el día a día y cuenta que antes de este agradable paseo, «una de las cosas que he hecho hoy, aprovechando que tenía la mañana libre, ha sido llevar a los distintos contenedores , el vidrio los otros envases y el papel . Hay que sentirse parte de la naturaleza, y si cada uno no cuida lo que va a dejar para el futuro habrá más problemas».
Joan Cabero, tenor: «Hay que pararse a escuchar el concierto de la naturaleza»
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