Mutua Madrid open

La vida entre líneas de un juez

El torneo ha reconocido a Enric Molina, mejor árbitro español de la historia y único en sentarse en la silla de una final de Wimbledon

La vida entre líneas de un juez belén díaz

fernando muñoz

Si hay una profesión sacrificada en el deporte, es el arbitraje. Siempre a la sombra de las estrellas , el juez trata de pasar inadvertido: cuanto menos se hable de él, mejor habrá sido su trabajo. En el tenis no podía ser de otra manera. ... Pero al menos el Mutua Madrid Open ha querido reconocer la labor de los jueces de línea y de silla.

Durante los partidos, los seis jueces de línea y el de silla son un elemento más de la decoración para los espectadores. Sin embargo, el público sí que importa al árbitro: pedir silencio o reprochar a alguien que se levante en mitad de un punto es también su labor. «Parece que no, pero te das cuenta de cualquier detalle. Mejoras tu visión periférica», explica Molina, para quien la afición de Madrid ha mejorado en estas trece ediciones y ahora es «apasionada y correcta».

En la memoria de los seguidores del tenis, hablar de jueces es hablar de los enfados míticos de McEnroe , Nastase o Connors. Más allá del espectáculo, sus malos modos trajeron algo bueno al tenis:se profesionalizó el arbitraje y se creó un código de conducta.

La vida de un árbitro se mueve entre líneas. Una de las más importantes es la que se crean entre ellos y los jugadores para que la simpatía que se tienen no les afecte en la pista. Y es que, tras tantas temporadas, unos y otros se vuelven muy cercanos.

Secuelas de la silla

Esa vida entre líneas tiene además otros riesgos: mirar de un lado a otro durante más de veinte años «ha regalado» dos hernias a Molina. La cima para un juez es arbitrar la final de un Grand Slam . Un reto solo alcanzable para quienes luzcan en su solapa una chapa dorada.

En 2008, sólo cuatro jueces de silla tenían esta máxima distinción. Entre ellos, el barcelonés, que ese año podría haber dirigido la final de Wimbledon si Nadal no hubiera jugado contra Federer. El éxito del tenista balear le impidió arbitrar más finales. Aun así, en su currículo aparecen cuatro últimos partidos de Grand Slam (incluyendo Wimbledon en 2012) y cuatro de Copa Davis.

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