Mutua Madrid Open
Viaje en el tenis a través de sus raquetas
El rumano Dragos Popescu expone parte de su colección de 400 raquetas de madera en la Caja Mágica
marta r. domingo
El Mutua Madrid Open 2014 abre una puerta a la nostalgia para rescatar el tenis de los orígenes. Con el fin de conocer con qué raquetas hicieron historia leyendas como Manolo Santana o Ion Tiriac , el coleccionista y amante de este deporte, Dragos ... Popescu, ha traído desde Brasov (Rumanía) hasta el moderno complejo de la Caja Mágica más de 400 modelos antiguos.
Lo que comenzó como una modesta afición individual se convirtió, con el devenir del tiempo, en una ambiciosa antología del tenis en la que Popescu también involucró a su hijo Radu. «Hace doce años, mientras paseaba por un mercado de antigüedades, me llamó la atención una vieja raqueta de madera Slazenger. Me la compré nada más verla. Así comenzó esta aventura que, poco a poco, se ha vuelto un asunto más serio. Ahora ya no nos importa tanto el número que adquirimos, sino su calidad», relata Popescu.
Las dos raquetas de madera de la época victoriana que presiden una de las paredes de la muestra están muy lejos de aportar la ligereza y la potencia de las actuales. Hasta los años 60 del siglo pasado, las herramientas con las que contaban los tenistas eran casi artesanales. «Al principio no había restricciones en cuanto al tamaño, forma o peso de las raquetas. Estaban fabricadas con piezas de distintas maderas y los jugadores apenas tenían media docena para afrontar toda la temporada», explica el coleccionista rumano.
La muestra también permite observar la evolución del cordajes, hecho con intestinos de ganado ovino y vacuno, que data desde prácticamente la misma época en la que nació el tenis. La tripa natural ha sido considerada como el cordaje de tenis de primera categoría en los torneos profesionales. Una tradición que ha ido cediendo terreno a las cuerdas sintéticas.
Fue a partir de 1934 cuando comenzó a imponerse la empuñadura de cuero y la pintura coloreó la madera. Un momento que los patrocinadores aprovecharon para decorar las raquetas con sus logotipos. «La reproducción de las firmas y las fotos de los tenistas en sus propias raquetas también se hicieron muy populares», agrega.
El modelo Dunlop Maxply —incluido en la colección— se construyó utilizando láminas de madera de bambú, avellano negro y arce. Esta raqueta se convirtió rápidamente en la más popular en todo el mundo. « John McEnroe ganó el trofeo de Wimbledon en 1981 con ella y en este torneo cerró la era de las raquetas de madera», cuenta con orgullo el coleccionista.
Hubo que esperar hasta 1967 para que Wilson Sporting Goods introdujera las primeras y populares raquetas metálicas T2000. «Eran más fuertes y ligeras que las de madera y se convirtieron en un éxito de ventas. Las primeras pesaban más de 450 gramos y las de ahora no superan los 300 gramos», comenta Radu Popescu.
Maestros en acción
La exposición incluye, además de estas joyas, otras dos con dedicatorias originales del campeón rumano de Roland Garros, Ion Tiriac, además de la que Manolo Santana —director del torneo— utilizó para ganar Wimbledon por primera vez en 1966.
Precisamente sobre la pista que lleva su nombre y con las raquetas de su tiempo, el español se reencontró durante este pasado fin de semana con otras leyendas coetáneas como el italiano Adriano Panatta, el checo Jan Kodes, el rumano Ilie Nastase y el ecuatoriano Andrés Gómez.
El esfuerzo de los fabricantes por mejorar las raquetas fue importante y condicionó el modo de juego. «Antes, aunque la mayor fuerza del tiro se apoyaba en el brazo, los golpes definitivos no eran tan comunes, y por tanto había que usar otros recursos como el juego de muñeca o el cambio de dirección», indica el coleccionista rumano. No obstante, las raquetas no lo son todo. La magia solo la aportan los jugadores.
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