Francia vuelve al liderazgo mundial del fútbol en su país, en su casa. Zidane era un jugador de alcurnia universal y la selección le rodeó de potencia para convertirse en reina. La Brasil de Ronaldo cayó en la final, ganada por Francia con un claro 3-0, en una decepcionante actuación. No pudo ante el rodillo galo.
Los locales vencieron por 2-1 a una excelente Croacia en semiifnales. Suker, goleador del conjunto eslavo, fue máximo artillero del campeonato, con seis dianas. Los brasileños superaron a Holanda por penaltis (4-2) tras empatar a un tanto en 120 minutos de fútbol.
España decepcionó. Cayó en la primera fase, y en el segundo partido. En el primer encuentro de nuestra selección, un autogol de Zubizarreta dejó sin valor los tantos de Raúl y Fernando Hierro, hasta que Oliseh remató la victoria de Nigeria por 2-3. El siguiente empate a cero frente a Paraguay eliminó a España. La goleada por 6-1 a Bulgaria fue tan importante como inválida. Fue la rabia de los españoles por esos errores la que surgió en ese enfrentamiento. Nunca olvidaremos las lágrimas de Hierro por lo que pudo ser y no fue.






