«A Maracaná lo han callado tres personas: Frank Sinatra, el Papa y yo». Son las palabras de Alcides Ghiggia, el futbolista uruguayo que marco el gol decisivo, el 1-2, en el «Maracanazo» de la final del Mundial de Brasil 1950, que ganó Uruguay. Brasil casi celebraba la victoria en el Campeonato del Mundo aquel 16 de julio que, finalmente, pasó a la historia como uno de los días más tristes del país. Más de 170.000 espectadores presenciaron la histórica derrota que conmocionó al país.
Brasil se había volcado con su selección desde el primer partido y nadie dudaba del triunfo de los organizadores. «Todo estaba previsto, menos el triunfo de Uruguay», explicaría después Jules Rimet, presidente de la FIFA, que se levantó de su asiento minutos antes del gol de Ghiggia para preparar el discurso en honor de Brasil. «Cuando regresaba, a la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso ante el micrófono, ni entrega solemne. Descubrí en el tumulto al capitán uruguayo y casi a escondidas le entregue la estatuilla de oro al capitán , estrechándole la mano, pero sin poderle decir una sola palabra», afirmó Rimet.
Y es que aquel partido paralizó Brasil, que preparaba ya la fiesta de los campeones. El definitivo tanto de Ghiggia (1-2) enmudeció a Maracaná, a Río de Janeiro y a la nación. La selección brasileña, que había jugado al ataque durante todo el encuentro, se adelantó en el marcador pero acabó perdiendo el que debía ser su Mundial. «Una final que pasará a los anales del fútbol internacional como una de las más dramáticas de todos los tiempos», sentenciaba la crónica del diario ABC. La derrota de Brasil fue un palo para su «torzida», que «hasta altas horas de la noche deambularon cabizbajos por las calles de la capital» según comentaba el periódico. Algunos de los seguidores lanzaron las serpentinas preparadas para celebrar la victoria al agua. Se había acabado el sueño de ganar el Mundial.
Un campeonato extraño. La II Guerra Mundial impidió la organización de los torneos en 1942 y 1946. El 1 de julio de ese mismo año, la FIFA se reunió en Luxemburgo para decidir el futuro del campeonato. Quizás todo hubiese cambiado si OttorinoBarassi, vicepresidente de la FIFA, no hubiera escondido el trofeo en una caja de zapatos para que no cayese en manos del ejército de ocupación alemán. Pero aquella reunión decidió seguir adelante con el Campeonato del Mundo, cambiar el nombre del trofeo al de Jules Rimet, el hombre que más luchó por el Mundial. La mitad de la selección italiana perdió la vida en la tragedia de Superga un año antes del torneo.
El Mundial de 1950 no fue un campeonato corriente. Sólo fue disputado por trece selecciones, tras la renuncia de algunos por su situación económica, la escasa competitividad de sus equipos o por prohibición de la FIFA, que impidió jugar sin calzado a India y castigó a Alemania por los crímenes de Hitler.
Uruguay y Brasil se disputaron el título en el último partido del torneo, aunque no era oficialmente la final. El formato del Mundial consistía en dos fases de grupos para evitar la vuelta a casa de las selecciones tras perder el primer partido.En el aspecto futbolístico Brasil fue la clara dominadora del torneo. Contaba con varios de los mejores jugadores del mundo y la delantera más efectiva de todos los equipos con Ademir, Zizinho y Jair.
Italia, campeona del torneo en las dos ediciones anteriores, acudió a Brasil en condiciones muy complicadas. La tragedia aérea de Superga acabó con la vida de la mayoría de los integrantes de la histórica plantilla del Torino, que ganó cinco ligas consecutivas y era la base fundamental de la «azzurra». Italia viajó al Mundial en barco por temor a un nuevo desastre aéreo.
Grandes sorpresas. La derrota de los locales en la final no fue la única sorpresa de aquel campeonato. Inglaterra partía como una de las grandes favoritas. De hecho, ganó al resto de combinados británicos en una pequeña fase de clasificación. Pero en el Mundial sufrieron dos derrotas históricas que terminaron con su participación en el campeonato. El histórico tanto de Zarra eliminó a Inglaterra. El 2 de julio de 1950 Maracaná vivió una de las primeras victorias históricas de la selección española, que eliminó a Inglaterra con el histórico tanto de Telmo Zarra. El gol de Zarra metió a España en la liguilla final junto a Suecia, Brasil y Uruguay. A pesar de no ganar ningún partido, la selección española conquistó un histórico cuarto puesto.