Porto Alegre, la capital provincial más meridional de Brasil, es una singular mezcla de las tradiciones que le legaron las distintas culturas europeas que forjaron su historia y el pintoresco folclore regionalista, lo que la convierte en un rincón tan «gaucho» como europeo enclavado en el extremo sur del país.
La mezcla cultural, que comenzó con los portugueses que fundaron la ciudad en 1772, es la que encontrarán en sus inconfundibles gastronomía, arte y costumbres culturales, los miles de aficionados que visitarán la ciudad, cuando el estadio «Beira Rio» recibirá cuatro partidos del Mundial.
Y si hay una costumbre típica en Porto Alegre es el «chimarrao», o «mate», una infusión de hojas de mate que se bebe dentro de una calabaza con ayuda de una «bombilla» (canuto de metal). La bebida caliente (casi hirviendo) será especialmente bienvenida para enfrentar el clima subtropical húmedo de la ciudad, donde en invierno, época que coincide con el Mundial, las temperaturas oscilan entre los dos bajo cero y los 20 grados.
La carne vacuna asada al carbón, acompañada por uno de los afamados vinos de la región, y platos típicos de las distintas culturas que ayudaron a moldear el particular estilo de vida «gaucho» (africanos, polacos, libaneses, italianos y portugueses), son parte de la tradición gastronómica de Porto Alegre.
Cerca de 1,5 millones de habitantes viven en la ciudad, en cuyo paisaje reina el lago Guaiba, que ofrece espectaculares puestas de sol. En invierno, el Guaiba deberá compartir protagonismo con el remozado estadio del Internacional, que con sus 48.849 asientos captará la atención de los turistas que «bajarán» a la tierra natal de Alexandre Pato y Ronaldinho Gaucho para asistir a los choques Australia-Holanda, Corea del Sur-Argelia y Nigeria-Argentina, además de un encuentro de octavos de final.






