No se trata de derrumbar lo que ya hay construido. Ni de fusilar al amanecer -como casi proponen algunos- a la mejor generación de futbolistas que ha parido España. Tampoco de retirarle el título de marqués (ay, cuánto utilizan eso sus adversarios para intentar mofarse del seleccionador) al hombre que nos hizo campeones del Mundo y de Europa. Sí se trata, sin embargo, de analizar sosegadamente lo que se ha hecho mal para llegar a este desastre. Y antes que eso, habrá que reconocer que algunas cosas se hicieron mal. Si Del Bosque no es capaz de realizar ese acto de contrición y de hacer el necesario propósito de enmienda, lo mejor para él y para la selección sería abandonar el cargo. Él es el primero que, si no se siente con fuerzas para asumir errores y recomponer el grupo, dará paso a otra persona.






