Didier Drogba subió al bus casi a las tres de la mañana con gesto agotado pero feliz. Acababa de convertirse otra vez en el hombre decisivo de Costa de Marfil en la victoria por 2-1 ante Japón. A sus 36 años, el delantero inició en Brasil su tercer Mundial de fútbol pisando fuerte.
«Tal vez logré romper nuestro bloqueo», analizó sobre la remontada de los marfileños, que comenzó sólo con su ingreso al campo en el minuto 62. «Pero ahora tengo que descansar un poco. Ya es muy tarde». Drogba y los suyos afrontaron un largo periplo que los dejó de vuelta en su base de Sao Paulo ya en el amanecer.
El técnico Sabri Lamouchi sentó al veterano delantero en el banco de suplentes y lo envió a la cancha para salvar un partido que aún iba 1-0 para Japón. Cuatro minutos después, Costa de Marfil ya ganaba 2-1 con goles de Wilfred Bony y Gervinho.
«Didier es un gran campeón», explicó Lamouchi. «Por supuesto estaba frustrado por estar en el banco. Pero cuando un campeón entra en la cancha marca la diferencia. Su actuación despertó a dos o tres jugadores».
A la estrella marfileña le bastaron menos de 30 minutos y una actuación regular: disparó una vez al arco, hizo dos faltas y recibió tres. Pero su sola presencia y su actitud descarada e impetuosa en el ataque cambió la cara a los africanos en un instante.
Como si se activara un circuito eléctrico hasta entonces apagado, el delantero del Galatasaray reanimó la columna vertebral marfileña que va desde Didier Zokora en la defensa y pasa por el capitán Yaya Touré en el centro.
Drogba aceptó que no le gustó iniciar el partido en el banco, pero elogió al técnico. «Estaba decepcionado, claro. A nadie le gusta estar fuera en un partido del Mundial. Pero la decepción individual no importa en absoluto: lo que importa es el equipo».
En su tercer Mundial, Drogba mostró así una cara nueva curtida por la experiencia, algo alejada de los caprichos de estrella mediática y más tendiente al papel de garante de equilibrio dispuesto a sacrificarse por el equipo. El delantero sabe que Brasil es su última oportunidad de coronar con algo grande una de las carreras más exitosas del fútbol africano. Y por eso luchó para perder cinco kilos y trabajó durante una semana en Qatar para superar una lesión en el muslo. «Didier sacrificó mucho para este Mundial», elogió Lamouchi. «Es un gran profesional».
El objetivo es claro: meter a Costa de Marfil por primera vez en octavos de final de un Mundial. El primer paso está dado. El próximo será ante Colombia el jueves, antes de medirse a Grecia.
¿Volverá Drogba a ser el salvador reservado en el banco para los momentos clave? «Aún quedan cuatro días», dijo en la madrugada brasileña. «En este tiempo pueden pasar muchas cosas».