Alemania alumbra un Mundial escaso, escasísimo de fútbol, y es la única abanderada, junto a Colombia, del buen fútbol. Lo hace con el sostén de dos madridistas: Toni Kroos (se anunciará su fichaje al acabar el Mundial) y Sami Khedira, que son el cerebro y el motor de esta Alemania.
El caso de Toni Kroos es especialmente curioso. A mediados de la pasada temporada ya estaba harto de Pep Guardiola. Llevaba ocho años en el Bayern de Munich y cuando llegó el técnico catalán resultó evidente que prefería a su favorito, Thiago Alcántara, en lugar de la joven promesa del fútbol alemán. No obstante, la lesión del español le brindó la oportunidad de jugar 49 partidos, pero sabía que eso era algo puntual porque cuando Thiago se recuperara su rol en el equipo sería secundario.
Kroos acaba contrato la temporada que viene y se dio cuenta de que su feeling con Guardiola era cero. Buscó ayuda en los despachos y lo que encontró fue una renovación a la baja. El futbolista, advertido, ya no quiso dar marcha atrás, sobre todo cuando supo que los cuatro millones de euros que le ofrecía el club por renovar eran muy inferiores a los que se daban a jugadores como Muller o Lahm.
El jugador llegó al Bayern en el 2006, con solo 16 años, entrando en los juveniles. Así que lleva ocho años en el club bávaro. Después de tanto tiempo piensa que no se ha respetado el hecho de llevar tanto tiempo en la entidad, mucho más después de que su fútbol ha ido a más a lo largo de todos estos años.
Efectivamente estamos hablando de un jugador realmente completo. Es capaz de jugar en todas las parcelas del medio campo: en el doble pivote, como medio punta o incluso en los lados del rombo de la medular. Tiene puntos fuertes: se coloca bien y tiene una pegada formidable desde fuera del área con las dos piernas. Además, es un jugador con personalidad para imponer su juego en el medio campo. En este Mundial ha disparado once veces a puerta, nueve desde fuera del área. Ante Brasil marcó dos goles y dio otro. Pero, sin embargo, lo que mejor tiene el nuevo jugador del Real Madrid es su visión de juego. Fue el mayor pasador de la pasada Champions League en terreno contrario (1.080 pases) y primer asistente en este Mundial con cuatro pases de gol. Es más que posible que acabe como mejor pasador, sobre todo teniendo en cuenta que la irritante pereza de Ozil ha pasado de ser esporádica a casi permanente. En este Mundial ha recuperado 15 balones y su porcentaje de acierto en el pase es de 85,4. Una barbaridad.
Pero si de Kroos se esperaba algo similar, que fuera el cerebro de Alemania al tiempo que Ozil debía ser el violín, la verdadera sorpresa ha sido Sami Khedira, que tuvo una grave lesión el 16 de noviembre (rotura del cruzado anterior de la rodilla). Con una recuperación exhaustiva, a contrarreloj y con un trabajo a destajo, el centrocampista del Madrid (que jugó solo 18 partidos) llegó a tiempo de jugar dos partidos con el Madrid y poco más. Pero ha sido clave en el trabajo de Alemania. En los dos partidos que Low le dio descanso, Alemania estuvo expuesta pues su medular fue blanda y no presionó, dejando vía libre a los contragolpes del contrario. Con su reaparición todo cambió.
En el Madrid se estaba especulando con su traspaso. Ahora ya no. Ancelotti se lo quiere quedar y en el club piensan que, o viene una oferta de más de 40 millones, o se queda en el Real.





