Con el dos cero en el primer cuarto de hora pensé en pasarle la crónica al compañero de Inetrnacional para que la terminara él. Vaya Mundial para Dilma Rousseff y sus intereses electorales. La tecla del patriotismo y del «evento» hay que tocarla con suavidad. Este Mundial casi redime a nuestro Naranjito.
Antes de los partidos, Brasil acude al Himno, a Dios y a la Patria. Y se olvida del balón. El fútbol es tan raro que el Rayo tiene estilo, pero no lo tiene Brasil. Qué pequeños parecían Scolari y Parreira al lado de Van Gaal cuando le saludaban antes del partido. [Así contamos el Brasil-Holanda en directo]
De Van Gaal podríamos quedarnos con un detalle. La bronca que pegaba a sus centrales al final de la primera parte el día de su último partido. Esas broncas son las buenas. Quién tuviera un Van Gaal detrás. Tiene la mala suerte de que su cara parece siempre la de alguien pegado a un cristal. No le entendemos. El marcador se abrió con un gol de penalti. El árbitro dedice una vez y se equivoca dos veces. Genial. Marcó Van Persie, que tiene pelazo y canas, el no va más. Todo venía de Robben, que estuvo magnífico. Qué divertido es verle jugar.
La FIFA mantiene la tortura de la consolación, que parece una reunión de dos personas a las que sus respectivas parejas les han engañado liándose. Es un partido para lamerse las heridas y redescubrir la ternura. Pues todo tendría sentido si el bronce importara algo. Ojalá importasen las medallas para hacerle justicia a Robben, que es el gran perdedor generacional y a la vez el jugador más divertido. Personifica la gafancia tulipán y es otro que nos parece raro, así como es, viejuno, contrahecho, con ese correr absolutamente único de runner maniático lleno de vicios posturales que nos supera por la playa y nos da dolor de articulaciones solo con verle.
Van Gaal se despide de Holanda con una actuación más que digna
En Brasil manda David Luiz, que a veces directamente recuerda los momentos más gloriosos de Iván Campo. Maneja el juego y regala balones con una gratuidad casi cómica. Qué autoridad tan impropia sobre el juego. Es como Brian May con una batuta. Es de ese tipo de jugadores con demasiada zancada. Su propia naturaleza le hace participar siempre más de lo necesario. Otro que mandó fue Maicon, que se desencadenaba sobre el ataque con gran peligro para el fútbol y la integridad de los rivales.
Brasil se resumió en un intento de pared de Jô tras inicio de Oscar. Ni vio la intención, ni el espacio ni al compañero. Si nos hubieran dicho que el nueve de Brasil iba a ser así no lo hubiésemos creído. Decía Finkielkraut que la ecología es la solución. Pero no solo hay que conservar el lince y el guacamayo salvaje. Alguien debería hacer algo también con el futbolista brasileño. Que conserven esperma de Bebeto, no sé. Eneste Mundial han sido unos intensitos de cuidado. Con todo, ser cuartos no está nada mal y, visto así, Scolari puede hasta sacar pecho, estadísticas y postularse para Rusia. De modo que es necesario que Brasil se haga el harakiri. Qué guerra podrían librar en Río nuestros apóstoles del jogo bonito. El 5-3-2 de Holanda ha sido una belleza. Sencillo, bien resuelto, con tres o cuatro jugadores de dulce. Memorable, como la ansiedad brasileña, que a su modo también fue generosa y mejoró el Mundial.





