Terminada la fiesta, llegó la hora de la cuenta. Brasil tiene por delante el balance de lo que este Mundial le trajo de positivo y de negativo, especialmente en términos financieros y sociales. Con el balde de agua sobre la euforia de lo que los brasileños venían llamando del «Mundial de los Mundiales», deben volver a las primeras planas los reclamos sobre despilfarro, los estadios que se volverán elefantes blancos y los privilegios fiscales a la FIFA, que deja el país la próxima semana, llevándose la lona del circo.
Las ciudades sedes del Mundial vieron mejoras en su estructura, pero también problemas sociales que surgen en ambientes desiguales, como prostitución y trabajo infantil, violencia, tráfico de drogas, especulación inmobiliaria y el desalojo forzoso de por lo menos 200.000 personas, que tuvieron que abandonar sus casas para cederle espacio a los estadios y a obras de infraestructura. Mientras tanto, la FIFA y sus empresas asociadas dejaron de pagar en el país unos 322 millones de euros en impuestos, sólo en el nivel federal, sin contar estados y municipios, y se va con el Mundial más lucrativo de su historia, con más de 3.300 millones de euros en negocios.
Mientras la mayoría se divertía con una de las principales pasiones nacionales, las protestas, aunque pequeñas, siguieron latentes y deben volver a la escena ahora que comienza la agenda de las elecciones presidenciales. Séptima economía del mundo, Brasil es también el sexto país más desigual del planeta, con un 18,6% de la población que aún vive en la pobreza, a pesar de las mejoras de las últimas dos décadas.
Para Rodrigo Prada, portavoz del Sindicato de Constructores (Sinaenco), uno de los principales errores del Mundial fue haber definido doce sedes, cuatro de ellas en lugares que no tienen equipos de primera división, como Brasilia, Natal, Cuiabá y Manaos, uno de los casos más comentados. Manaos tiene ahora un bellísimo estadio de 270 millones de euros, en medio de la selva, con un mantenimiento mensual de 165.000 euros, con el que el Gobierno de Amazonas ya informó que no sabe qué hacer.
El Mundial de Brasiltambién termina plagado de tragedias, con once muertes en obras en estadios y en infraestructura, las dos últimas ocurridas la semana pasada con el derrumbe de un viaducto en Belo Horizonte, que dejó también 20 heridos.
Despertándose de la pesadilla de la paliza alemana, los movimientos sociales deben levantarse nuevamente para reivindicar la pauta que levantan desde el año pasado: mejoras en la vivienda, transporte, sanidad y educación.
El Gobierno se defiende
Frente a las críticas, el Gobierno de Dilma Rousseff informa que los 2.600 millones de euros invertidos en estadios, son ínfimos frente a los 562.000 millones dedicados a educación y sanidad en los últimos cuatro años. El Gobierno también viene destacando los buenos resultados financieros generados durante el evento, especialmente con negocios y turismo.
Según datos de la Fundación de Pesquisas Económicas de la Universidad de Sao Paulo (FIPE), el Mundial superó la expectativa de negocios y debe sumar cerca de 9.000 millones de euros en la economía brasileña, tres veces el valor alcanzado en la Copa Confederaciones del año pasado.
Un estudio asegura que el Mundial sumó 9.000 millones de euros a la economía brasileña
«Es un número extremamente significativo que estamos celebrando en este momento. Es un legado humano extraordinario», dice Vicente Neto, presidente de la estatal de turismo Embratur.
Para Neto, Brasil viene destacándose internacionalmente en la realización de eventos, subiendo 10 lugares en el ranking de la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA) en la última década del puesto 19 al 9 entre los países que más reciben esos encuentros. Brasil realizó 315 eventos el año pasado, y el número de ciudades que fueron sede de esos encuentros aumentó de 22 a 54 en ese período.
Otro dato destacado por el Gobierno, es que el número de negocios de pequeñas empresas superó las expectativas, llegando a cerca de 330 millones de euros durante el Mundial, un dato que debe confirmarse hasta el domingo, cuando termina el torneo.
«Trabajamos la idea de tener legados, de preparar la empresa, no sólo para que facture más en esos días del Mundial, sino también para que tenga más competitividad, más calidad y para que esas empresas sobrevivan en el mercado», comentó Luiz Barretto, presidente del Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae), que capacitó 44.000 pequeños negocios en un proyecto de tres años para el Mundial. Será necesario algún tiempo para entender cuál será el verdadero balance de este Mundial.





