Mundial de Balonmano 2015

Qatar 2015 Qatar, de la nada a la final

Día 30/01/2015 - 18.26h

La selección entrenada por Valero Rivera supera a Polonia y se jugará la medalla de oro en su Mundial (31-29)

Qatar
31
Polonia
29

Una anfitriona reconstruida con dinero y talento en el banquillo soñaba el sueño de los grandes. En las semifinales de su mundial, Qatar creía en un milagro aún mayor. Polonia, enfrente, defendía la "limpieza" del balonmano, de las selecciones con jugadores autóctonos, y algún nacionalizado, todo hay que decirlo, pero sin la pátina de irreal que rodea al equipo qatarí. Una irrealidad que han construido con gaseodólares y que fotografíarán el domingo con una medalla colgada al cuello. Qatar está en su final (31-29).

Los polacos mantuvieron su firmeza en defensa que les había llevado hasta la penúltima ronda del campeonato. Suyo era el marcador hasta Saric. A los diez minutos, Valero Rivera, el nuevo emir de Qatar, decidió sentar a Stojanovic y sacar a su estrella. El pabellón de Lusail enloqueció, consciente de que por la portería han llegado hasta aquí. Con el bosnio bajo el larguero, la anfitriona pudo correr, volar y encontrar un martillo goleador en el brazo de Capote.

Alentados por una grada contratada, disfrazada y casi incrédula, los jugadores qataríes conquistaron el balón y compusieron su estrategia a favor de la defensa. La polaca, otrora inexpugnable, dejó huecos donde pasaron Markovic, Capote, Mallash, Hassab Alla, Borja Fernández. Cada gol era una fiesta, cada parada de Saric, un paso más hacia una final donde hasta hace poco más de un año no había nada.

Polonia quedó reducida en los brazos del bosnio, en los balones escurridos de las manos, en una portería que fue un coladero, en los vítores de una afición que todavía no sabe muy bien cuándo tiene que aplaudir y cuándo pitar. Aunque ya han descubierto que los goles les dan alegrías que no saben de qué color pintar ni cómo saborear.

No hay himno menos aprendido que el qatarí, no hay alegría más desbordada que la que desprendieron los jugadores cuando vieron que podían despegarse en el marcador de hasta cuatro goles gracias a las estrategias de Rivera, el genio. Los polacos no pudieron contrarrestar el embite y comenzaron a vivir el sueño qatarí convertidos en simples bufones de la fiesta del emir. Los jeques, emocionados porque han encontrado otro pozo de petróleo en el español, lo abrazaron, felicitaron, besaron, honraron al bajar a la psita donde se fraguó el milagro. Un milagro caro, muy caro, pero que les ha salido rentable. Están en una final, en el último domingo de su torneo, en la cima del planeta balonmano, en el objetivo del mundo.

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