En su último viaje de "vacaciones" a España recorrió unos 3.000 kilómetros para ver a sus pupilos brasileños que compiten en la liga ASOBAL española. Es la forma de entender el balonmano de Jordi Ribera, con dedicación plena, 24 horas de 24 y sin límite de kilometraje. Tanto es así que vive en Sao Paulo y la Federación brasileña está a 2.000 kilómetros, pero no le importa. Tanto es así que se ha recorrido 23 de los 27 estados brasileños a la caza del talento en balonmano, pero no le importa. Ribera está cambiando la imagen de la selección brasileña y elevándola a la élite mundial. "Y si me han llamado para una segunda etapa es porque están contentos con lo que hicimos la primera vez", sonríe en su charla con ABC horas antes de enfrentarse a la campeona del mundo (15.oo horas, TDP)
Después de 19 años como entrenador de la liga nacional, la iniciativa de Brasil en 2005 fue un estímulo. "Fue una llamada vital. No buscas solamente el balonmano, sino algo más en la vida. Ver que puedes aportar mucho más". Ribera aportó su experiencia, su sabiduría y su dedicación. Su estudio constante de nuevos comportamientos para definir un estilo de juego competitivo fuera de las fronteras brasileñas. Lo consiguió. Logró reunir a un equipo de observadores y entrenadores que compartieron enseguida su visión del balonmano. Con ella consolidaron una forma de jugar que se reflejó en la clasificación para los primeros Juegos Olímpicos de su historia, Pekín 2008.
Pero reconoce que los comienzos fueron duros. "Voy a Brasil para un proyecto. La selección absoluta, es verdad, acreditará que mi trabajo está siendo bueno, pero solo es la punta del iceberg. Tenía muy claro que quería trabajar desde la categoría base. Aterricé en una ciudad de 14 millones de habitantes y me dije: ¿por dónde empezamos?". Y comenzó por las raíces, por crear una red de observadores y campus por todo el país para recabar información sobre los muchachos que jugaban a balonmano en las escuelas. "Hay muchachos que vienen a las actividades y recorren distancias como si el campus fuera en Madrid y él viviera en Moscú". Por suerte, en Brasil el balonmano es uno de los deportes que más se practican en la escuela, por encima del fútbol. "El problema es que después del colegio no hay demasiadas estructuras para que continúen. Además, la Liga es muy reducida en tiempo y los jugadores no pueden evolucionar".
Ahí empieza su papel, aportando información a los entrenadores de las escuelas y comunicándose con los jugadores desde que comienzan. "Sus inquietudes, sus miedos, ¿qué quieres hacer en tu vida?, ¿te lo quieres tomar en serio? Les ayudas y ellos son los que deciden. A veces no tienen el camino". El de Ribera se ha expandido por todo el país y sus ideas germinan en cada esquina. Así el cadete jugará como los mayores cuando le llegue el momento. Así perfila un estilo de juego que adopta a las circunstancias físicas de los brasileños. "Tenemos que jugar con defensas más abiertas porque no son tan corpulentos, pero así aprovechamos también para ser más ligeros y recuperar más balones". Así la seleccion consiguió en el Mundial de España la mejor clasificación de historia, los octavos de final. Así pretende escalar posiciones en la lista mundial para llegar a codearse con la élite. Así ha llegado a Qatar, aunque su derrota ante la anfitriona no fue una buena carta de presentación.
El sueño de Río
A nadie en Brasil se le escapa que llega en 2016 la oportunidad de descubrirse ante el mundo y Ribera es consciente del peso de los Juegos Olímpicos en sus jugadores. "Les estamos exigiendo evolucionar muy rápido, pero hay aspectos que requieren más tiempo. Todos quieren llegar a la selección, a representar a su país. Es lo más, por eso muchos han salido a ligas extranjeras, porque quieren mejorar. Para muchos jugadores es demasiado pronto para hacer algo grande en Río, si se sigue trabajando para la siguiente citatendrán un nivel muy alto. El femenino llega en un momento óptimo o incluso hay chicas que ya empiezan la bajada, pero el equipo masculino todavía está en el ascenso".
Su futuro
"Lo único que echo de menos es el día a día, entrenar", confiesa. En León sumaba hasta 60 partidos al año, ahora, apenas catorce. "Y la experiencia solo se adquiere con experiencia. Si un jugador tiene que jugar y competir para ser mejor, un entrenador tiene que entrenar". Solicitó a la Federación brasileña la posibilidad de aceptar alguna de las ofertas que le llegaron de España y compatibilizarlo con la labor de seleccionador, pero no le dejaron porque su labor abarca mucho más que la de técnico. Pero es algo que le ronda la cabeza desde hace tiempo. "Mi planteamiento de futuro es que me gustaría volver a entrenar. Yo soy entrenador. Este es un proyecto muy interesante y muy bueno y quiero cumplirlo para ver qué hemos sido capaces de lograr. Pero después... veremos". Por el momento, el mundo verá su juego ante la campeona del mundo, hoy, a las 15.00 horas (TDP).




