De ruta con Renault Austral, a descubrir acantilados de otro mundo

Hemos elegido el Renault Austral E-Tech full hybrid 146 kW (200 CV) con acabado Esprit Alpine E-Tech para el recorrido. Tras dejar la S-20 y coger en el seminario de Corbán el desvío hacia la CA-231, empiezan a salir distintos ramales hacia la costa que terminan en cada una de las pequeñas calas. Son carreteras estrechas que en el tramo final puede ser de tierra y piedra. Unos trazados con un terreno propicio para que la marca de las rodadas de otros coches o de maquinaria agrícola haya dejado profundos surcos que ponen a prueba al vehículo.

El Austral tiene una altura libre hasta el suelo de 17 centímetros, más que suficiente para poder sortear las trampas de las rodadas. Pero lo que más te ayuda en los tramos complicados 'off-road', al no tener el vehículo tracción a las cuatro ruedas, es el sistema Extended Grip, pensado para facilitar el avance por superficies con poca adherencia. Otra de las particularidades del Austral es la dirección en las ruedas posteriores (una opción que no viene de serie, pero que si disponía el modelo que probamos).

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Además debemos extremar las precauciones, realizar una conducción suave, sin movimientos o cambios bruscos, y aminorar la velocidad.

La Costa Quebrada es un paisaje extraterrestre. Su origen geológico se remonta a hace 125 millones de años. Entre acantilado y acantilado encontramos calas salvajes y enclaves costeros que parecen propias de una película o un cómic de ciencia ficción.

La primera parada en el recorrido es San Juan de la Canal, una playa semiurbana que pertenece a Soto de la Marina. Desde allí hay que desandar el camino y desviarse de nuevo hacia La Arnía. Llegado a mitad de camino, cuando se divisa el mar al fondo, aparece un desvío hacia la playa de Covachos. En este arenal, cuyo descenso está reservado a gente con habilidad, se da un fenómeno especial durante la marea baja, momento en el que aparece una lengua de arena que conecta esta playa con un islote rocoso. El giro en redondo para salir del final del camino es algo reservado a un coche con un ángulo de giro fuera de lo común, como es el caso del Renault Austral.

Volvemos a la bifurcación para llegar a la Arnía. En esta ocasión el acceso es fácil hasta una explanada donde poder aparcar para contemplar una plataforma de abrasión llana y justo enfrente a los Urros de Liencres, unas grandes rocas que son los símbolos de la Costa Quebrada. El paisaje desde el acantilado es un espectáculo especialmente a la caída del sol.

Desde la Arnía se puede seguir circulando por un camino estrecho que bordea la costa en el que encontrarse un vehículo de frente puede ser un problema que te obligue a invadir la cuneta, hasta llegar a Portio. Un arenal con un risco perforado que parece una pared diseñada para Juego de Tronos. Frente a ese pequeño arenal está la playa de Cerrias y más allá se llega a la cala de Somocuevas. Llegar hasta la zona de aparcamiento es fácil. El problema y la grandeza del sitio viene después, cuando hay que enfrentarse a una interminable escalera en el acantilado.

Retrocedemos en coche hacia Liencres para dirigirnos al arenal más impresionante de Cantabria, Valdearenas. El descenso es por una carretera revirada entre pinos. Buen momento para sacarle partido al magnífico comportamiento en curva del Austral, que se agarra al asfalto como una lapa.

La playa de Valdearenas es la más extensa de todos los arenales de la Costa Quebrada. Cuenta con casi 3 kilómetros repartidos entre dunas y playa. En esta zona el mar castiga con fuerza la costa y es un hábitat natural de surfistas que copan con sus furgonetas la zona de parking. Al fondo, mirando al oeste desde el acceso a la playa, se ve la cala de Usil en Mogro.