El coche de Blanca Manchón: «Soy de las intensitas y perfeccionistas al volante»

Suma «su versatilidad y comodidad», reconociendo que responde «totalmente, en todos los sentidos» a lo que esperaba antes de adquirirlo. De hecho, reconoce que, a la hora de elegir un coche, en lo primero en lo que se fija es en la capacidad, «luego ya en la durabilidad y la estética». Para Manchón detalles como la mecánica o las emisiones llegan después.

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Y aunque los vehículos sean para ella más una herramienta para moverse que una pasión, y como parte de una gran familia, guarda en el garaje, además, una moto, 3 bicicletas y un patinete. Aún así, detalla a este diario que en el coche es de las que prefiere ir «siempre al volante». «Menos cuando acabo una competición», puntualiza. Esto se debe a que como copiloto, explica, que es de «las intensitas y perfeccionistas al volante».

Manchón tiene muy claro que un coche dice mucho de su dueño: «Lo dice todo, dónde ha ido, quién ha subido, el estilo de vida de sus ocupantes y el cariño que le tienen».

Así, bajo esta última premisa, retrocedemos a los 18 años de la windsurfista, época en la que se sacó el carnet de conducir y tiene muy buenos recuerdos. «Aprobé a la primera, pero recuerdo que estaba muy nerviosa en el práctico y pensé que había suspendido. Me llevé una alegría al ver que había aprobado», detalla con entusiasmo.

«Muchas experiencias y aventuras, y alguna que otra multa», rememora Manchón en el que fue su primer coche, un Mazda Demio de su madre, con el que condujo rápidamente a Santander. Fue «la primera vez que hacia Sevilla-Santander a hacer un entrenamiento nacional el primer año de carnet y me encantó», concluye.