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Conductores mayores¿Es un mito la experiencia al volante?

En parte sí: hay quien la esgrime para circular con una injustircada suficiencia que, tarde o tremprano, acaba en distracciones y problemas

Madrid Actualizado: Guardar
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La experiencia al volante como conductores puede volverse en contra de aquellos que la atesoran si se esgrime para justificar, de forma incorrecta, malos comportamientos al volante. Así lo recuerda la publicación sobre seguridad vial Circula Seguro, promovida por Mapfre y Michelin. Sin duda es motivo para circular con mayor confianza, de acuerdo, pero sin excesos: por mucha experiencia que se atesore, el ser humano no es infalible.

Y es que nunca puede sustituir a la atención, el buen estado psicofísico o el mantenimiento adecuado del coche y de sus sistemas de seguridad. Hay que tener presente el factor humano, que puede derivar en exceso de confianza y provocar errores de consecuncias fatales.

Bien al contrario, la experiencia debe traducirse en serenidad y en capacidad para mantenernos alerta mientras conducimos, anticipando los imponderables que pueden surgir: sabemos, por experiencia, que cuando empieza a llover es el peor momento de adherencia —se forma barro al mezclarse el polvo y la suciedad del asfalto—, que en curvas sin visibilidad podemos encontrar un coche en sentido contrario trazando sobre parte de nuestro carril, que en una carretera de montaña o en una comarcal es fácil que, de repente, aparezca un animal atravesado en la calzada o un tractor casi parado...

Sin dida, la falta de previsión puede traducirse en accidente.

Condescendencia

Pero, además, si algo debe procurarnos nuestra experiencia, tras años manejándonos como conductores, es condescendencia con el resto de usuarios de la vía, a veces despistados por falta de aptitud, distracciones puntuales, desconocimiento de la zona, enfermedades... La experiencia debe invitar a respetar a los demás esquivando, por ejemplo, prejuicios sobre el sexo o la raza de otros usuarios que confunden la percepción.

La experiencia también debe hacernos mejores personas a los mandos de un automóvil, invitarnos a la prudencia y a la responsabilidad, dejando de lado pensamientos que nos hagan poseederes de verdades y razones absolutas, primando un sentido común incompatible con actitudes arriesgadas e incluso temerarias.

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