Prueba del Jeep Cherokee Overland 2020: un 4x4 sin complejos

Estéticamente, el rediseño que la gama Cherokee experimentó hace poco más de un año le ha venido al pelo. El frontal ha ganado empaque y algo más de estilo, gracias a que los grupos ópticos tienen ahora más presencia. Además, los paragolpes y las molduras que añade el acabado Overland le otorgan esos toques de distinción y agresividad que no están presentes en las versiones más bajas. Eso sí, si queremos un Cherokee puramente campero, lo mejor es que vayamos a por el Trailhawk.

El interior, que ha mejorado en materia de calidad percibida, muestra también un aspecto que quizá estamos acostumbrados a ver en coches de segmentos superiores. En cualquier caso, la ergonomía es inmejorable y la posición de conducción, una vez que te haces a ella, aboga por el confort. El espacio en las cinco plazas es bueno . Incluso en la banqueta central un adulto de estatura no superior a los 1,8 metros puede viajar sin demasiado inconveniente.

La tecnología está presente con el magnífico funcionamiento del sistema UConnect, que cuenta con pantalla táctil de 8,4 pulgadas, conectividad por medio de Apple Car Play/Android Auto y navegación integrada . Su uso es bastante intuitivo y sus gráficos, aunque pueden parecer algo anticuados, facilitan las cosas al circular por entornos que no son muy conocidos. También tenemos iluminación full led, cuadro de instrumentos con pantalla TFT de 7 pulgadas, equipo de sonido con 9 altavoces y subwoofer, asientos eléctricos, portón trasero con apertura y cierre eléctricos, acceso y arranque sin llave, techo panorámico practicable y una larga lista de asistentes a la conducción.

El Cherokee Overland solo está disponible con un motor 2.2 turbodiésel de cuatro cilindros que declara una potencia de 194 CV y un par máximo de 450 Nm . Para la variante Trailhawk existe uno más potente de gasolina con 272 CV, pero en relación prestaciones/eficiencia la mejor elección es, s in duda, el diésel. Este bloque es capaz de mover los más de 2.000 kg de peso en orden de marcha con una facilidad pasmosa. Lo hace además estirándose con brío hasta las 4.000 vueltas y consumiendo una media real de 9 l/100 km, una cifra bastante asumible y calcada a la que homologa.

La transmisión automática de nueve relaciones realiza unas transiciones rápidas y suaves y, en el caso de nuestra unidad de pruebas, se asocia al sistema de tracción total electrónico Active Drive II que imita a la perfección el funcionamiento de una reductora tradicional. No obstante, para disfrutar realmente las cualidades todoterreno que brinda, lo más recomendable es cambiar las ruedas 235/50 R19 que equipa de serie por unas acorde al campo.

En cuanto al comportamiento del Cherokee Overland en carretera , el tarado de la suspensión está enfocado a ofrecer la máxima comodidad de todos los ocupantes y lo cierto es que es una gozada hacer viajes largos con él. Tampoco acusa demasiado inercias o balanceos en carreteras secundarias y la dirección, de tacto bastante asistido, es lo suficientemente precisa como para que el conductor lo guíe de una manera sencilla y sin compromisos.