Musk frente a Bezos, las dos décadas de batalla entre los hombres más ricos del mundo
Inmersos en su propia escalada espacial, el CEO de Amazon apuntala al fabricante de vehículos eléctricos Rivian para que compita con la pujante Tesla, tras casi dos décadas de rivalidad entre ambos magnates
En 2008 se tomó la única imagen de Bezos y Musk juntos, frente al profesor Sendhil Mullainathan
Todo se empezó a torcer en una cena. En 2004 Elon Musk y Jeff Bezos aún estaban lejos de disputarse el puesto de hombre más rico del mundo, pero ya apuntaban maneras . Musk, que por entonces tenía 33 años, había logrado vender con ... beneficios astronómicos dos empresas, Zip2 y PayPal; y Amazon, el pionero catálogo de libros online, ya se había transmutado en un gigante de comercio electrónico que a estas alturas había hecho ganar a Bezos más de 5.000 millones de dólares. Musk decidió que tenían que conocerse .
«Hablamos sobre la estructura de los cohetes. Era evidente que, en términos técnicos, él iba desencaminado e intenté aconsejarle lo mejor que pude [...] Hice lo posible por darle buenos consejos , que el ignoró en su mayoría», le dijo Musk. En su libro ‘Los señores del espacio’, Christian Davenport, corresponsal aeroespacial en ‘The Washington Post’, recoge un resumen de la conversación en palabras del propio Musk: «Tío, nosotros intentamos eso y resultó ser una estupidez, por eso te digo que n o hagas el tonto como hicimos nosotros », recordó haberle dicho.
Tanto Musk como Bezos han cimentado su fortuna en el despegue de internet , y ya en 2004 creían que el futuro de la humanidad pasaba por conquistar las estrellas . Musk, con los bolsillos llenos tras el traspaso de PayPal (Compaq la compraría por 1.500 millones de dólares solo tres años después de su fundación), invirtió en su propia compañía de cohetes, SpaceX . Y Bezos acababa de crear Blue Origin , con el objetivo de realizar vuelos suborbitales.
Elon Musk junto al SpaceX en 2014
Pero sus semejanzas acababan aquí: mientras el sudafricano se había dedicado a pasear el primer prototipo de su cohete por Washington en busca de notoriedad, la empresa de Bezos solo afloró cuando empezó a comprar tierras en Texas en 2003, tres años después. «Obsesionado con el secretismo, Bezos era silencioso y lento ; Musk era ruidoso y rápido », resume Davenport, corresponsal del diario que Bezos compró en 2013.
«Bezos era silencioso y lento; Musk era ruidoso y rápido», resume Davenport corresponsal aeroespacial en 'The Washington Post'
Ambos magnates, que llevan una década intercambiándose pullas en Twitter –con alguna pugna judicial indirecta entre medias– han hecho del automovilístico el último campo de su batalla personal. Con Musk erigido en máximo defensor del coche eléctrico, no es casualidad que Bezos llegara a su cápsula espacial, el pasado julio, en un vehículo de su competencia directa: la casi desconocida Rivian , a la que fía buena parte del enorme suministro de furgonetas eléctricas de reparto que Amazon necesita para las próximas décadas.
Musk vio el potencial de los coches eléctricos en 2003, cuando dos ingenieros llamaron a su puerta en busca de financiación para su nueva empresa. Eran Marc Tarpenning y Martin Eberhard, y su criatura se llamaba Tesla Motors . El sudafricano, que por entonces pensaba en fabricar baterías para almacenar energías renovables, invirtió 6,5 millones de dólares a cambio de hacerse con la presidencia. Diecinueve años después la empresa cuenta con factorías en Estados Unidos, China y Alemania ; produce casi un millón de coches –tras duplicar sus cifras durante el último año– y logró encajar uno de sus modelos, el Model3, como coche más vendido en Europa durante el pasado mes de diciembre.
Escalada bursátil
Rivian, la criatura arropada por Bezos, apenas pasa aún de promesa. El año pasado solo fabricó un millar de unidades de sus modelos R1T y R1S, una ‘pick-up’ y un ‘todocamino’ ensamblados sobre la misma plataforma. Pese a sus discretas ventas y a que solo cuenta con una fábrica, que su CEO, R. J. Scaringe, compró en 2017 a Mitsubishi en Illinois, ha llegado a valer en bolsa más que Tesla y General Motors. Uno de sus propulsores ha sido la escalada bursátil de las promesas de la movilidad eléctrica , aupadas por inversores que quieren subirse al carro de una nueva Tesla. Pero también que entre su accionariado se encuentre Ford y la misma Amazon , que posee un 22,4 por ciento.
Una imagen publicitaria del Rivian, la creatura arropada por Bezos
La empresa de Bezos tiene un apetito voraz de furgonetas eléctricas de reparto. Incluso ha diseñado un modelo propio junto a Rivian, la Amazon EDV, de gran tamaño y aspecto bonachón. Amazon ha encargado a la compañía 10.000 unidades para este año, y otras 90.000 hasta 2030. Pero, consciente de sus limitaciones, acaba de extender el acuerdo de suministro a Stellantis, matriz de marcas como Peugeot, Citroën y RAM. Una decisión que hundió un 52 por ciento la cotización de Rivian .
Amazon «siempre supo» que «necesitaría múltiples proveedores de furgonetas eléctricas», argumentó la empresa cuando Rivian empezó a despeñarse. Pese a que ahora también se dispute sobre las carreteras, la gran contienda entre ambos magnates continúa siendo sobre la exploración del cosmos . A los dos les viene de largo: ya en 1982, en una entrevista con el ‘Miami Herald’ que dio al graduarse, Bezos aseguró que quería «desarrollar hoteles, parques de atracciones y colonias humanas en órbita». Diecisiete años después, fue una película, ‘Cielo de octubre’, sobre el ingeniero de la NASA Homer Hickam, lo que terminaría de decidirle a fundar Blue Origin.
La forgoneta Amazon EDV, de aspecto bonachón
Musk, fiel a su estilo, decidió invertir sus primeros millones en algo que le fascinaba: a punto de vender PayPal llamó a la Mars Foundation en busca de alguien que quisiera sumarse a su aventura espacial. Ese alguien resultó ser Jim Cantrell , un ingeniero de cohetes de la NASA, que recibió sobresaltado la llamada de un tal «Ian» Musk mientras conducía de vuelta del trabajo. Años después Cantrell relataría la conversación a ‘Esquire’ para un perfil sobre Musk: «Dijo que era un millonario de internet y que necesitaba hablarme. Le dije que le llamaría cuando llegara a casa, pero cuando lo hice me saltó un fax. Entonces él me devolvió la llamada: ‘No quiero que tengas mi número’, me dijo». Y Musk le soltó un ‘speech’ que aún hoy sigue contando: «Soy Elon Musk, un millonario de internet. Podría pasar el resto de mi vida bebiendo Mai Tais en una playa, pero he decidido que la humanidad necesita convertirse en una especie multiplanetaria para sobrevivir, y quiero hacerlo con mi dinero».
«Soy Elon Musk, un millonario de internet. Podría pasar el resto de mi vida bebiendo Mai Tais en una playa, pero he decidido que la humanidad necesita convertirse en una especie multiplanetaria para sobrevivir, y quiero hacerlo con mi dinero»
Los choques entre los dos multimillonarios han ido subiendo de intensidad con los años. En 2015 Musk denunció que Blue Origin trataba de seducir a los ingenieros de SpaceX con ofertas que duplicaban su salario. La empresa estableció un filtro de correo electrónico para las palabras ‘Blue’ y ‘Origin’, aseguró el propio Musk en su biografía. Luego Bezos se rio del sistema de cohetes reutilizados por el que apuesta el sudafricano. El año pasado, su empresa demandó a la NASA por adjudicar a la compañía de Musk un contrato para desarrollar una cápsula de alunizaje. En Twitter, su gran campo de batalla, el dueño de Tesla respondió con un humillante «2» a un elaborado mensaje de Bezos sobre la tenacidad empresarial: le acababa de adelantar como hombre más rico del mundo . Y en enero, cuando Bezos ya había dejado la dirección de Amazon para centrarse en su compañía espacial, le aconsejó «pasar más tiempo trabajando y menos en el jacuzzi».
La foto
Nunca ha trascendido cómo le sentaron a Bezos los ácidos consejos que, en 2004, un joven al que aventajaba en edad (entonces tenía 40) y riqueza le suministró, pero solo hay constancia de que volvieran a verse las caras una vez . Fue en julio de 2008, en unas jornadas de fin de semana de Edge, un club que reúne a las mentes más brillantes del mundo . En su única foto juntos ambos posan sonrientes junto a Sendhil Mullainathan, experto en ciencias del comportamiento, después de dos días debatiendo sobre economía conductual con un puñado de científicos y emprendedores.
Las actas, minuciosamente transcritas, muestran poca interacción entre ambos . Tras alabar el sistema de reseñas de Amazon, Musk hace un chascarrillo sobre lo bien que parece conocer Bezos un club de striptease de Seattle, que éste ignora. Pero en un tema el debate entre ambos cobra entidad: Bezos alaba la reputación de Toyota , labrada a base de la fiabilidad de sus coches. Y Musk le reconoce que su ejemplo es «excelente»: «Hace 30 años los americanos hacían coches poco fiables diseñados para romperse. Pensaban que hacerlos duraderos sería contraproducente. Lo que pasó es que la gente se dio cuenta de esto y dijo ‘ quiero un coche que no se averíe ’».