Las seis rutas del vino para beber como un emperador en Madrid

Las seis rutas del vino para beber como un emperador en Madrid

El sureste de la región cuenta con una gran variedad de bodegas que ya están conquistando a los paladares más exigentes

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El sureste de la región cuenta con una gran variedad de bodegas que ya están conquistando a los paladares más exigentes

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  1. La ruta del Imperio romano (de Titulcia a Alcalá)

    Roma extendió el cultivo de la vid hasta todos los rincones de su imperio y en los albores de nuestra era el vino sería conocido prácticamente en toda Europa: era uno de los alimentos básicos de la dieta, acompañaba todas las celebraciones y fue signo de riqueza, distinción y civilización. Y bajo influencia romana fue que en el siglo I a. C. nació la viticultura en la vieja «piel de toro». Realizar esta ruta da cuenta no sólo de la importancia de Madrid en la construcción de Hispania, sino en cuan transcendentales fueron ciudades como Complutum —Alcalá de Henares— o Titulcia, que escribirían el primer capítulo de la historia de los caldos madrileños. En esta zona se encuentran las bodegas de Viña Bayona, Tagonius y Orusco.

  2. El legado del Císter (de San Martín a Villa del Prado)

    El valor sobrenatural que el vino tenía para la liturgia cristiana resultó decisivo para mantenerlo vivo: su transcendental papel en los ritos cristianos hizo imprescindible la actividad vitivinícola que se concentraría mayormente alrededor de conventos y monasterios donde monjes benedictinos o cistercienses desarrollaron técnicas que pronto se convertirían en la base de la elaboración moderna de caldos. Y así ocurrió en la comarca de San Martín de Valdeiglesias, relevante centro eremítico en tiempos visigodos que bajo el reinado de Alfonso VII apodado «El Emperador» habría de quedar definitivamente unificado bajo la observancia de la Orden del Císter. En la zona destacan las bodegas de Luis Saavedra, Bernabeleva, Valleyglesias y Las Moradas.

  3. Vinos de la Orden de Santiago (de Villarejo a Castillo de Oreja)

    Habitada por los vestigios de bastiones medievales, esta ruta invita al transeúnte a revivir uno de los más reseñables impulsos de la historia de la viticultura madrileña: aquel que debe ser puesto en relación directa con el protectorado de la Orden de Santiago, que en tiempos de la Reconquista recibiera de Alfonso VIII tierras y privilegios como recompensa a la ayuda prestada en la lucha contra la dominación musulmana. La presencia de sus caballeros y priores sirvió para dar carácter de permanencia a tanto antiguos asentamientos como aquellos otros surgidos de las victorias militares. Bajo su abrigo y con las aguas del río Tajo como testigo, pudo la viña florecer. Destacan las bodegas de Jesús Díaz, Jesús Figueroa, Pedro García, Solera y Andrés Morante.

  4. Camino de reyes (de Navalcarnero a Aranjuez)

    Aunque fueron muchos los monarcas que a lo largo de la historia promovieron no sólo el desarrollo de las villas madrileñas sino el de su actividad vitivinícola, son Navalcanero y Aranjuez aquellas que especial mención tendrán en el trazado de esta ruta, una transición de los Austrias a los Borbones. La primera sería testigo de las velaciones de Felipe IV con la archiduquesa Doña Mariana de Austria, gracias a lo cual le sería concedido el título de «Villa Real» y con él grandes cotas de prosperidad. La segunda, Aranjuez, comenzaría su idilio con la realeza en tiempos de Isabel I, siendo nombrada «Real Sitio» con Felipe V y recibiendo el empuje definitivo con Carlos III. En la zona, destacan las bodegas de Andrés Días, Ricardo Benito y Real Cortijo de San Isidro.

  5. Crónicas y escenas de Goya (de Vega del Jarama a Valdelaguna)

    El vino no faltaba en ningún regocijo, fuera de pobres o de ricos, en la España del siglo XVIII. Francisco de Goya y Lucientes plasmó con gran maestría tanto momentos de trabajo como de recreo y esparcimiento, donde el vino y las uvas de las que procedía se convirtieron en elementos significativos de sus composiciones pictóricas. Pero de aquellas escenas populares españolas pasó a la crónica de uno de los momentos más convulsos de las historia española en los albores del XIX. Siguiendo el rastro que uno de nuestros artistas más universales dejara en villas de tierras de Arganda, esta ruta encarna la celebración que nuestros caldos tuvieron entonces. Por la zona destacan las bodegas de Señorío Val Azul y Pablo Morate.

  6. Los tiempos del ferrocarril (de Madrid a Pozuelo del Rey)

    Desde una perspectiva moderna, el ferrocarril intervino en los procesos de transformación y generación de la ciudad. El enorme auge comercial que vivió el sector vinatero en España entre las décadas de los 50 y 80 del siglo XIX alteraron la concepción y el uso del espacio urbano, transformando la ciudad del Antiguo Régimen en una ciudad burguesa industrial, y en la que el ferrocarril asumiría un papel protagonista como último instrumento de las villas productoras para lograr la explosión mercantil definitiva. Y si entender la historia de nuestros vinos significa mirar el camino andado, esta ruta se recorre en sentido inverso, de la ciudad a las villas productoras. En la zona se encuentran las bodegas de Vinícola de Arganda, Castejón, Tagonius y Gosálbez Ortí-Qubél.

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