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La expectación por ver la última exposición de la obra de Salvador Dalí era tal que había colas de varias horas para entrar al Reina Sofía - abc

Diez sitios imprescindibles para descubrir el Madrid moderno

El arte contemporáneo del Reina Sofía, edificios que parecen flotar en el aire o unas cuevas de la Inquisición reconvertidas en coctelería... aquí un paseo por los lugares de moda en la ciudad

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El arte contemporáneo del Reina Sofía, edificios que parecen flotar en el aire o unas cuevas de la Inquisición reconvertidas en coctelería... aquí un paseo por los lugares de moda en la ciudad

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  1. Picasso, Miró, Dalí... todos caben en el museo Reina Sofía

    La expectación por ver la última exposición de la obra de Salvador Dalí era tal que había colas de varias horas para entrar al Reina Sofía - abc

    ¿Quién dijo que el arte no atraía? En 2013, una exposición del museo Reina Sofía en homenaje al artista catalán Salvador Dalí atrajo hasta el edificio situado enfrente de la estación de Atocha a más de 700.000 personas. Récord absoluto . No solo para uno de los centros de arte contemporáneo más importantes del mundo, también lo es en la historia de los museos de Madrid.

    Dalí, Picasso, Miró, Tàpies, Saura, Chillida... buena parte de la obra de algunos de los mejores artistas españoles del Siglo XX, desde las vanguardias hasta los últimos veinte años, se encuentra en el Reina Sofía, incluido el magnífico «Guernica» . Un museo del que sorprende el hueco que ya tiene en el espectro internacional con apenas dos décadas de vida -se inauguró en 1992 y se amplió en 2005-.

    Como sorprende también la peculiar historia que guarda el edificio en el que está enclavado el Reina Sofía. Se remonta a 1566 cuando el entonces rey Felipe II decidió reunir en un solo lugar, la calle Santa Isabel, todos los centros sanitarios y hospicios de Madrid. Dos siglos más tarde, el rey Carlos III encargó al arquitecto Francisco Sabatini rediseñar en un edificio lo que ya por esas fechas se conocía como el Hospital General. Y en ese hospital, hoy se encuadra uno de los museos más importantes del mundo.

  2. 17 esculturas al alcance de cualquiera en el museo de Arte Público

    La «Sirena Varada» de Eduardo Chillida pesa 6.150 kilos y está sostenida en el aire por cuatro cables de acero - abc

    Con el objetivo de acercar al público de manera gratuita el arte abstracto español. Así se concibió el museo de Arte Público a principios de la década de los setenta. 17 esculturas de otros tantos autores se refugian en pleno paseo de la Castellana, a la altura del número 40, bajo el paso elevado que une las calles de Juan Bravo y Eduardo Dato.

    Inspirado en el museo de las Casas Colgadas de Cuenca , que fue inaugurado en 1966, este recinto de arte accesible a cualquiera ocupa una superficie de 4.200 metros cuadrados. En él, destaca la archiconocida «Sirena Varada» de Eduardo Chillida: una superficie de hormigón de 6.150 kilos suspendida en el aire por cuatro cables de acero.

    Esta escultura, que es muy impactante visualmente, tiene una curiosa historia detrás. Se instaló en 1972, pero solo un año después el entonces alcalde de Madrid, el franquista Arias Navarro, ordenó retirarla alegando problemas de seguridad. No se creía que cuatro cables bastaran para sostener en el aire una escultura tan pesada. Finalmente, la «Sirena Varada» volvió a su primera ubicación -en la que se mantiene en la actualidad- en 1978, bajo el mandato de José Luis Álvarez.

  3. Azca, el corazón financiero de Madrid

    El proyecto de Antonio Perpiñá estaba inspirado en el Rockefeller Center de Nueva York - abc

    No es ningún secreto que Azca es el corazón financiero de Madrid. El lugar donde muchas de las grandes multinacionales han fijado su sede en la ciudad. A las oficinas de este complejo de edificios situado entre el Paseo de la Castellana y las calles Orense, Raimundo Fernández Villaverde y General Perón se desplazan a trabajar cada día decenas de miles de personas.

    Menos conocido, sin embargo, es el proyecto que se aprobó en 1964, tras varias modificaciones, para reordenar esta zona de Madrid. Antonio Perpiñá ganó el concurso planteado por el Ayuntamiento, inspirándose en el Rockefeller Center de Nueva York . En clave arquitectónica, Azca destaca por albergar algunos de los rascacielos más altos de Madrid: la Torre Picasso , la Torre Europa o la actual sede del BBVA. Y un auténtico «laberinto» de bajos y pasajes en diferentes niveles inferiores al suelo, también muy transitado.

  4. Un Palacio de Congresos vanguardista

    Fachada del palacio de Congresos de Madrid - ABC

    También en el paseo de la Castellana, en su intersección con la avenida del General Perón, se ubica el Palacio de Congresos de Madrid. Una obra de diseño vanguardista que dota a este edificio de gran versatilidad . No obstante, cuenta con ocho plantas, dos de ellas subterráneas, para un total de 30.000 metros cuadrados útiles. En ellos hay dos auditorios, una sala polivalente y otras 28 de distintas capacidades.

    El edificio se terminó en 1970 y el arquitecto que lo desarrolló fue Pablo Pintado y Riba. Su bautismo de fuego llegaría doce años más tarde, con la celebración del Mundial de fútbol en 1982. El Palacio sirvió como centro internacional de prensa y su proximidad al estadio Santiago Bernabéu hizo que se colocara una pasarela hasta él. Actualmente, acoge congresos y todo tipo de eventos.

  5. Las torres de Colón, unos edificios construidos de arriba a abajo

    La cubierta de las Torres de Colón tiene la característica forma de un enchufe - abc

    Las Torres de Colón, ubicadas en la plaza del mismo nombre y con su característica cubierta superior en forma de «enchufe», son uno de los símbolos arquitectónicos más reconocibles de Madrid. Su construcción, iniciada en 1967, además, asombró a los madrileños por su peculiar método en la obra.

    Según se puede leer en el blog «Secretos de Madrid» , a la hora de iniciar los trabajos, el arquitecto Antonio Lamela, responsable del diseño de los edificios, optó por una solución poco habitual al construirlos de arriba abajo, comenzando por los pisos más altos y finalizando por la planta baja.

    El motivo de esta peculiar y revolucionaria técnica, según ha afirmado el propio Lamela, se debió a que inicialmente las torres iban a dedicarse a albergar viviendas de lujo de 400 metros, construidas de forma tradicional. Sin embargo, las medidas que exigía la normativa municipal para los garajes hacían que los coches y las rampas no cupieran entre los pilares, por lo que decidió eliminarlos.

    Para sostener la estructura, decidió invertir las cargas, que suben por la fachada, se comprimen en la cubierta, y descienden por el núcleo central de las torres. En lugar de colgar hacia abajo, el edificio «tira» de sí mismo hacia arriba, gracias a una «estructura suspendida».

    Así, las torres se construyeron alrededor de un esqueleto central de hormigón clavado en el suelo, a partir del que se comenzaron a descolgar cada una de las 23 plantas con las que cuentan estos dos edificios que, con sus 116 metros de altura, forman el duodécimo edificio más alto de todo Madrid. Tras superar diversos problemas burocráticos durante su complicada construcción, las Torres de Colón fueron inauguradas en 1976 con el nombre de «Torres de Jerez», ya que en esa época albergaron las oficinas de Rumasa .

  6. El edificio Castelar y la sensación de flotar en el aire

    El 85 por ciento del cuelo del «Castelar» no tiene ninguna sujección - flickr

    No hay humano que al pasar por delante de la antigua sede de Catalana Occidente –en la actualidad del despacho de abogados Pérez-Llorca –, en el paseo de la Castellana, número 50, no se pregunte: «¿Cómo es posible que esto se mantenga en pie y no se caiga?». Efectivamente, el edificio Castelar da la sensación de ingravidez, de flotar en el aire. Esa es la idea que tuvieron Rafael de La-Hoz y Gerardo Olivares cuando en 1974 empezaron a construirle.

    La obra se alargó doce años, hasta 1986, y en principio iba a ser la sede del Banco Coca. Pero acabó siendo la de Catalana Occidente. ¿Qué pasó entre medias? Pues que el Banco Coca se fusionó con el Banesto, este no sabía qué hacer con él hasta que por fin se lo vendió a la Mutua Madrileña , y esta asimismo se lo alquiló a Catalana.

    El 85 por ciento del suelo del edificio está suspendido en el aire. ¿Cómo se sostiene? Un brazo de hormigón colocado en el otro extremo y 24 pequeños cables de acero tiran de él. Otro de los efectos visuales del Castelar es que parece más grande de lo que en realidad es. Esto sucede por el acristalamiento y el travertino que envuelven toda la estructura del edificio.

  7. Edificio Bankinter: un banco incrustado en un palacete

    Rafael Moneo y Ramón Bescós tuvieron que levantar un edificio entre un palacete y una comunidad de vecinos - ABC

    Levantar un edificio que acogiera al Banco Intercontinental Español entre un palacete del Siglo XIX, propiedad del marqués de Mudela, y una comunidad de vecinos. En esa tesitura se vieron a principios de la década de los setenta un todavía joven Rafael Moneo y Ramón Bescós, quienes tenían en su mano el diseño de la sede de lo que con el tiempo sería Bankinter .

    ¿La solución? Hacer una estructura, a varias escalas, que parece que son dos edificios distintos, dependiendo de por qué calle se mire: Marqués de Riscal, número 13, o paseo de la Castellana, 29. En una de sus primeras obras, Rafael Moneo utilizó la lógica que luego le ha caracterizado: hacer una estructura teniendo en cuenta el contexto que la rodea y no al revés. Ornamentación sencilla y utilización del ladrillo como material. Tan natural todo que de primeras no parece la sede de un banco.

  8. Room Mate Óscar, una terraza de lo más «cool»

    La piscina o los techos de lona hacen soñar al cliente con un lugar paradisíaco, y verdaderamente esta terraza lo es - HOTEL ROOM MATE ÓSCAR

    En la plaza Vázquez de Mella, muy cerquita de la Gran Vía y en el inicio de Chueca -el barrio gay por excelencia de Madrid- se levanta un hotel con una terraza de esas que te hace creer estar en un lugar paradisíaco: piscina, techos de lona, paredes de cristal y mojitos con champagne caro...

    Todo eso reúne la planta más alta, la octava, del Room Maté Óscar . Sin duda, uno de los espacios más «cool» de la capital. Elegante y de ambiente agradable, en verano pareces estar en una de esas islas que salen anunciadas por televisión. Pero no, la playa está a cientos de kilómetros. Da igual. Las vistas desde las alturas que ofrece la terraza del centro de la ciudad son incomparables. Belleza pura.

  9. El incomparable glamour de «The Roof»

    En la terraza del hotel ME Reina Victoria entra la sensación de tener Madrid a los pies - HoteL ME Madrid reina victoria

    Glamour, exclusividad. Es lo que uno presiente que tiene que haber en esa terraza de la plaza de Santa Ana, que sobresale de las demás por su iluminación en tonos morados en cuanto cae la noche. Y lo que, efectivamente, comprueba cuando por fin se sube al ascensor privado y aterriza en «The Roof» . Aquello, piensa, es mucho mejor que lo que había imaginado.

    La terraza del hotel ME Madrid Reina Victoria posee un rollo chill-out, suelo de teca, camas balinesas, tenue iluminación, un bar empotrado en una pared de piedra rota, música que acompaña y no desentona, en fin, un enjambre de complementos que crean la sensación de tener Madrid a sus pies, mientras se sostiene una copa en la mano.

    Para los amantes de lo Vip, echar un vistazo a su salón interior puede suponer encontrarse con lo más granado de la sociedad de Madrid, reunidos en torno a un cóctel en una de esas fiestas que uno aún recuerda cuando se hace mayor.

  10. Unas cuevas del siglo XVI acogen la coctelería del momento

    El suelo de las cuevas se ha revestido de cristal y luces de colores - guiamaximin.com

    En otra plaza cercana a la Gran Vía -la de Santo Domingo-, pero no en las alturas, sino en los subterráneos, se encuentra uno de los locales de moda de Madrid. Son «Las cuevas de Sandó» , que sostienen al hotel Mercure y que guardan una peculiar historia: allí tenía su archivo en el Siglo XVI la Santa Inquisición.

    De aquellos tiempos se ha mantenido el ladrillo y seis cuevas que, revestidas de un suelo acristalado con luces de colores, pueden acoger a un máximo de 80 personas. En las Sandó, abiertas de martes a domingo, lo que se lleva son los cócteles . A ellos les echan frutas naturales, y para los que también les apetezca picar hay carta de hamburguesas, sándwiches o ensaladas.

    En este peculiar local, además, todos los miércoles hay cursos de coctelería, la noche de los sábados música en vivo, y el primer jueves de cada mes música de los años ochenta en directo.